lunes, 11 de mayo de 2009

Diálogo con Gabriela Wiener en Literaturas.com


Diálogo con Gabriela Wiener

«Es un extraño poder el que te da observar, esperar y correr a contarlo»

Jordi Corominas i Julián




Jueves a mediodía. Entro en la sede de un famoso rotativo barcelonés. Me dan una tarjeta y, horrorizado ante el extraño control de seguridad miro a la calle para respirar. Veo a una mujer vestida de negro que combina con su oscurísima y brillante melena. Es Gabriela. Nos reconocemos, nos saludamos y emprendemos el camino hacia un bar donde acabaremos solos en una mesa después de la fuga de familias, empresarios y amas de casa aturdidas por las temáticas de nuestra charla. Gabriela Wiener (Lima, 1975) nos regala con Sexografías, su primer libro pero no el último al tener varios en preparación y terminados, una serie de crónica en primera persona unidas por sus visiones de todo tipo de sexo desde una perspectiva que rehúye lo convencional y lo anquilosado para tratar uno de los grandes temas de la humanidad con la normalidad que permite ir más allá.

ORÍGENES, VISIONES

¿Cómo nació tu interés en el sexo?

Junté todas estas crónicas casi sin pensar en una idea de libro. Las más antiguas, la ayahuasca o la de Badani, las escribí en Perú; las que empiezan a ser más explícitas, como la Swingers, las escribí en España. Cuando reúno las crónicas me doy cuenta que hay un hilo conductor muy claro que tiene mucha relación con mis obsesiones de siempre; soy una persona a la que siempre le ha gustado hablar de sexo, sin embargo me gusta pensar que mi libro no sólo tiene una lectura sexual.

¿Escribiste el libro como un viaje interior o surgió instantáneo?

Es evidente que me gusta hablar de mí, pero lo hago motivada por una cuestión ética, en general nadie te da nada gratis, ellos me han dado su intimidad o han querido follarme y yo siento la necesidad de darles algo a cambio, de despojarme casi al unísono. También es verdad que aprendo muchísimo contrastando mi mundo o lo que yo conocía como mi mundo, con lo que está ocurriendo fuera. En realidad es un encuentro de una intimidad con otra, es sexo, es comunicación.

El sexo es una metáfora de muchas cosas, también de cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás...

Es una manera más de mirarnos, una ventana a tu habitación.

En relación al relato de Louis Lane, como hombre al que le gusta pasear y observar por la calle la belleza femenina opino que muchas mujeres tienen esta especie de armadura medieval, parecen fuertes pero en realidad quieren un beso...

Ese texto funciona como un arte poética. Es en realidad una declaración de intenciones y, aunque no lo parezca, uno de los textos más confesionales del libro. Lois como periodista intenta desenmascarar al héroe y yo lo intento más de una vez a lo largo del libro y con varios de los personajes, intento terminar con las fachadas, desvelar misterios sobre determinados mundos, es como espiar detrás de las puertas....

¿Cómo lograste desenmascararlos?

Invertí mucho tiempo en conocer a los protagonistas del libro para ir más allá; en este sentido me ayudó mucho ser una periodista con vocación de cronista. Es un extraño poder el que te da observar, esperar y correr a contarlo. La gente se entrega a mí, se doblega ante mis “encantos”, es como si estuvieran un juez o con un psicólogo.

Y sobretodo tener el don de convencerles para que hablen...

Es extraño pero suelo conectar con la gente y de algún modo empiezan a hablarme, quizá es porque soy tímida y muy silenciosa con mis entrevistados, si callas ellos abren la boca.

Si observas en la ciudad dos trabajadores como el taxista y el camarero cumplen con ese cometido.

La gente necesita hablar. Me cuentan sus historias. Cuando me vengo es escribiendo, ahí recupero mi voz, mi anhelado protagonismo. Es el momento de ser exhibicionista del libro, mi momento de quitarme la máscara.

¿Te consideras una antropóloga? ¿Una investigadora literaria o social?

No, no soy una antropóloga y tampoco me parezco a una. El antropólogo se va a ver cómo vive el indígena, yo me acuesto con él. O mejor: yo soy la indígena y tengo mi propio espejo.

OCULTACIONES/ COMPLEJOS/ ESTILO

Muchas personas temen determinados lugares y circunstancias sexuales, un ejemplo claro es el de los clubes swingers, que tu en el libro enfocas desde la óptica de lo normal.

Desde que publiqué el libro muchos swingers me han escrito para felicitarme, percibo que les parece creíble mi historia y es porque fue exactamente así. Lo escribí desde la óptica de una primeriza y es fácil sentirse identificado conmigo y mi pareja. Era la primera vez que iba a ese tipo de club pero venía, como cuento en el mismo relato, de experiencias previas de tríos o sexo grupal, llegar a un club de intercambio era una consecuencia lógica para mí, de ahí que en mi libro la crónica se cruce frecuentemente con la memoria y la autobiografía.

Hay como una parte de la ciudad que es oculta y tiene que ver como el sexo. Abrir más las puertas cerradas. Timbres rojos, extrañas estatuas con jarrones chinos...

En una época visité swingers para un libro. Las fachadas de la mayoría de esos clubes tienen una puerta negra y pequeña.
Y si se abriese y más gente entrara quizá se superarían muchos tabúes. La gente se asusta con determinadas terminologías sexuales como sadomaso, tríos, etc....

Es así. La visión sobre el sexo que más ha calado es la de Sexo en Nueva York. Y así, todo lo que esté fuera del radio de las treintañeras adictas al tuppersex ya es considerado de frikis, de ninfómanas, de feas, en suma si no es fashion no es sexo.

Una visión burguesa

Se pone énfasis en cosas que supuestamente nos unen, que nos igualan, cuando en realidad el sexo es lo que nos diferencia y nos particulariza; los personajes del libro tienen determinadas fantasías, son criaturas en pos de su sexualidad, inmersas en una búsqueda consciente o no, por conocer y ampliar sus límites. Quizá a alguien estas sexualidades puedan parecerle extremas y a otros más bien ligths, pero lo cierto es que están llenas de vitalidad y contemporaneidad. El paisaje, la fauna y la flora sexual han cambiado en estos años y yo he salido un poco a contarlo a mi manera, desde mi experiencia directa. Por ejemplo, desde hace un tiempo las mujeres están intentando darle la vuelta a los estigmas que pesaban sobre ellas, como lo de ser o no ser prostituta por vivir de una manera nuestra sexualidad. Hoy las mujeres se apropian de esas categorías y hacen manifiestos del tipo: “soy una zorra y qué”.

Broma que sólo compartiría un 10% de la sociedad, las otras Sexo en Nueva York.

No es broma, es más bien un poco serio, un poco reivindicativo. Yo personalmente estoy hasta la coronilla de esa visión de la sexualidad de manual, como si el sexo se limitara a cuatro procedimientos básicos. Hay mucho consejo barato y mucho pontificador. Los medios ahora lo quieren abarcar todo, nos hacen un hueco casi a todos, pero siguen con sus asquerosos prejuicios e invitan a sus programas a gente liberada sexualmente para encañonarlos y hacerles un linchamiento público en el que se reafirmen los mismos valores conservadores de siempre y lo peor es que ellos se prestan.

Qué posibilidades ves de reivindicarla?

Yo lo hago escribiendo y hay muchas chicas que hacen lo mismo u optan por hacerlo a través del arte, el cine, etc. Yo huyo de los panfletos y de los intentos de instrumentalizar cierta escritura. Me refirmo en que no hay nada más combativo que dar tu propia visión personal, individual e inalienable. Si hay reflexión pues estupendo pero que se genere sola en la cabeza del lector.

Eso, por ser directa, hace que haya momentos en que el libro coge una cercanía de programa de radio.

Soy muy normal, igual es por venir del periodismo, pero siempre odié el estilo solemne y pomposo; prefiero ser más descarnada y más llana.

En ese sentido aquí en España estamos superando estos complejos, pero en España durante cierto tiempo la literatura tuvo frenazos en lo relativo al léxico sexual.

Repudio el lenguaje de la literatura erótica convencional, lo de tu coño es como un durazno abierto, no me pone nada, prefiero la verdad desnuda. Yo no hago literatura erótica, no intento provocar la excitación, me gusta crear sorpresa, atracción, morbo, ternura y desconcierto.

HISTORIAS, EROTISMOS

Hay determinados textos de tu libro donde la sexualidad se expresa desprovista de cuerpo, expresada mediante símbolos.

El relato del tunning, que no está en la versión peruana, es una de esas crónicas que funciona como nota a pie de página, que comenta lo que ocurre. Pasa lo mismo con el texto de la cárcel, tampoco es propiamente sexy pero sí hay mucha tensión sexual; en el del tunning hay una reflexión sobre el tema del fetichismo y los estereotipos masculinos....

¿Los símbolos de poder masculinos?

Totalmente.

¿Desde que perspectiva lo enfocaste?

Es muy de género. Ví toda la convención de tunning con frialdad y deseando sexo, era real que lo deseaba, lo recuerdo muy bien (risas). Es una crónica muy de anticlímax porque nunca ocurre nada, me paso dos días con sus noches viendo solo hombres embobados por sus propios cacharros, por sus fantasías egoístas y sus mega egos masculinos. Esto para mi tiene que ver mucho con el sexo aunque mi editor en Perú no lo vio así.

¿Relatos del no sexo?

En general considero Sexografíasun libro sobre la intimidad. Es un viaje de otros cuerpos hacia mi propio cuerpo.

Otra aportación que considero interesante es la de los transexuales. En los primeros tiempos de los ingleses en Norteamérica muchos de los recién llegados tenían que pagar el pasaje durante años su pasaje al Nuevo Mundo, un poco como los transexuales sudamericanos con sus viaje de traslado a Europa. A partir del sexo, esta nueva esclavitud, se establecen correspondencias históricas y conductas de comportamiento comunes en todo el planeta.

He convivido con eso. Mi marido tiene un primo transexual que fue reina de belleza en un concurso de Miss Universo Gay en Lima, era preciosa y con el dinero construyó una casa para su familia, así se ganó su aceptación. Como ella, estos personajes tienen una vida excesiva y marginal; consiste en aspirar, en tener un sueño que al final pagan muy caro, terminan en la esclavitud, pagando cuotas, corriendo el riesgo de follar con posibles asesinos, sufren trabajando en la calle en noches frías, son encarceladas, perseguidas por no tener papeles, se enferman, se drogan para olvidar la enfermedad, las drogas las enferman más, mueren golpeadas, solas, pobres y enfermas de Sida. Eso fue lo que vi en el Bosque de Bolonia.

Lugares con particularidades, donde se mezcla lo sublime con lo grotesco como en el Camp Nou...

Las transexuales me atraen sexualmente muchísimo. No llego a estar tan maternal y la crónica hubiese tomado un cariz más sexual. Me atraen mucho las trans, son una mezcla de madre, macho, esposo, amante, amigo.....

Parece como si fuera una fantasía femenina.

Lo es. Las transexuales en las fiestas siempre están rodeadas de chicas. Seguramente atrae su masculinidad en cuerpo de chica o su feminidad con miembro.

Unos centauros posmodernos.

Realmente tiene un punto cool. Sexo lesbiano, sexo heterosexual, sexo homosexual. Es una criatura perfecta, lo tiene todo.

¿Ninguno de los personajes te han creado un desbarajuste emocional? ¿Quizá Nacho Vidal?

Esa crónica salió en una revista colombiana; la mujer con la que estaba era de ese país y Nacho me dijo que ella le dejó al leerme. Él me lo agradeció más de una vez. Fue un daño colateral. Muchas personas me dicen si mi idea era ridiculizar a la estrella del porno y eso no es así. Al final no le hice un daño, le hice un favor, se puso hasta contento. Nacho no es un hombre de una sexualidad convencional. Volvemos a la máscara. Quería mostrar al hombre de verdad.

¿Y el dealer pornográfico? ¿No es una especie en extinción con todo el boom del porno en internet?

Es una ficción inspirada en una persona real; todas las descripciones y el relato de su comercio con cintas porno es verídico. Ahora bien, la historia ocurre antes de la eclosión del porno en la red; en el momento actual un dealer así podría ser un asesor para encontrar páginas web con esos contenidos, hay tantos que es fácil perderse.

¿No crees que los que lean el libro buscarán historias cargadas de sexo y erotismo?

Cuando escribo en el suplemento de EL PAÍS EP3 siento que mis crónicas son antisexuales. Mucha gente se me ha quejado. A veces esperan polvos celestiales y encuentran humor negro. Ser predecible es letal para el sexo.

Cierro la grabadora y seguimos conversando un rato sobre nacionalidades, sexos y derivas. Los tópicos suelen ser iguales en todas partes. La conclusión enlaza con el mensaje de sexografías: poner los pies en el suelo, ignorar el mensaje institucional y penetrar en el interior del fenómeno para hallar la realidad con mayúsculas, folio abandonado que no debe darnos miedo rellenar.



Foto: Juan Lafita
http://www.literaturas.com/v010/index0905revista.asp

2 comentarios:

juan lafita dijo...

Hola,
Soy Juan Lafita el autor de la fotografia de Gabriela, te agradeceria que pusieras el credito del autor.
Atentamente.
Juan Lafita.

Jordi dijo...

pues ahora lo haré, en ningun momento nadie me dijo nada sobre esa foto

un abrazo

Jordi