sábado, 16 de octubre de 2010

Cuando Dios se equivoca de Carmen Moreno en Revista de Letras



Épica del dolor, pureza lírica. “Cuando Dios se equivoca”, de Carmen Moreno
Por Jordi Corominas i Julián | Reseñas | 11.10.10


Cuando Dios se equivoca. Carmen Moreno
Prólogo de Begoña Callejón
EH Editores (Jeréz de la Frontera, 2010)


El cristianismo predica que sólo podremos levantarnos tras el dolor, como si cualquier otra posibilidad quedara descartada de antemano. La vida nos enseña que la Iglesia no inventa de la nada, se basa en la experiencia y saca petróleo para asombrar al vulgo, cada vez más resabiado, convirtiendo ese dogma colectivo y transformándolo en camino individual a superar mediante una dura lucha interna que solventaremos enfrentándonos a nuestros propios demonios, bestias infames carcajeándose en su alianza con el contexto para dañarnos hasta la extenuación.




Carmen Moreno (Cádiz, 1974) es sin duda alguna una de las grandes poetas del actual panorama español, pero quizá le faltaba una colección de versos que impresionara a propios y extraños por estilo, valentía y pureza lírica. Lo ha logrado con Cuando Dios se equivoca, fantástica pesadilla que debe leerse como una sinfonía en tres partes, proceso vital, río engendrado al entender que el mal siempre acecha aunque le demos portazos, que ignora al ser una atmósfera cojonera empecinada en disturbarnos en un silencio que agrava el sufrimiento al interiorizarlo. Estamos ante la crónica de un viaje sin punto y final pese a tener conciencia de Pandora en el futuro.

“llegará un día el silencio

y habrá nacido para todos

un ser nuevo que reconstruya

la esperanza a dentelladas”

Y es que los relojes acaban por pudrirlo todo. La regeneración, extirpación de las lacras para sobrellevar la existencia, paseará por los mares de la neurosis y la esquizofrenia. En el primero afloran los miedos, el cuerpo se deshace despacio, no se bombea sangre y el principal temor es quedarse en la encrucijada, entre dos mundos, ni avanzar ni retroceder, cobardía agravada por la lucidez que implica la comprensión de un desagradable término medio, secuestro de un alma expresado en ágiles, desenfrenados versos que en cada palabra te asestan una puñalada al corazón por dureza de ambiente hospitalario y una irremediable oscuridad, túnel hosco que ni siquiera la madre- sabia de dar vida a la vida, luz popular- apacigua.

“en los estertores del desahucio

viven

los gritos de la oscuridad”



Las paredes agobian y encierran, el organismo lo es todo y el yo es nadie en su angustiosa plegaria de desdoblamiento. No hay absurdo, sino más bien un combate donde la autodestrucción lleva una lanza que bloquea el sendero de la transformación requerida. Se mencionan dos nombres que tanto pueden ser la expulsión de las fechorías divinas como la necesidad de otro ser, el propio u otro que complemente y pacifique, que indique el renacimiento en cualquier parte y aquí entramos en el resquicio de liberación, esquizofrenia trazada por la poeta asimilándose sobre todo al genial Hölderlin-Scarandelli, con lo que se asocia el proceso a una pacífica locura, pero locura al fin y al cabo que despedaza, encierra egos en un manicomio cotidiano. La superficie está presente, la lluvia cae, acaricia, se desvanece y seguimos, como bien dijo Fabrizio De André, aspettando la pioggia per non piangere da soli, aunque a diferencia de su hermosa canción no tiramos bombas, sino dardos enfurecidos que se clavan en nuestra propia piel hasta que otra identidad prevalezca y olvidemos el martirio insertado en el circo de la posmodernidad.

“Se regala animal herido

que lame mano que le mata

que cierra los ojos y no quiere saber

de las voces que le dictan

un nombre que debió ser el suyo”

Salir del frío. Pensar en Inglaterra. Putas de Genet. El todopoderoso acompaña los andares del poemario, y ello comporta una normalidad sagrada en la voz poética que para hallar la llave de sus grilletes debe pronunciar un conjuro, manifiesto que conduzca a una redención desprovista de egoísmo porque quiere revalorizar la condición humana, mundo real. Seremos animales llenos de sombras, tendremos miedo. Sin embargo, la especie debe rebelarse, Nietzche tenía razón, y valiéndonos de nosotros mismos hemos de ser capaces de atisbar un nuevo horizonte que impulse el caminar que despoje la tristeza y haga brotar sonrisas. Somos el mito de la caverna, somos seres que tras la negritud del enfermizo subterráneo merecemos adaptarnos a la tierra para gozar de una prístina vocación para y con la vida, si bien Carmen Moreno, bruja cautelosa, conoce demasiado bien la amenaza como para lanzar un brindis al optimismo.

“yo quise escribir en las puertas

sin saber ni por un momento que el fuego

del que vive este infierno se alimenta de mí”.

2 comentarios:

gd dijo...

Después de la gran aportación del Cristianismo a la Cultura occidental, sobre todo por lo que se refiere a la dignidad de la persona, de lo cual todo gira entorno, sale esta iluminada pretenciosa, diciendo que Dios se ha equivocado. Ya vemos como estan los paises sin tradición cristiana: China, Rusia, Cuba, o tantos paises musulmanes. La que se equivoca me parece que es la escritora.

Jordi dijo...

¿Y qué tal si te lees el libro para poder hablar con propiedad, razonando tu explicación y relacionándola con el contenido del libro? Son los tipos de comentario que aceptamos en este blog