jueves, 31 de marzo de 2011

Take five party: Cinco años de Calidoscopio


¡Calidosdoscopio panfleto cultural cumple cinco años!
¡Qué mejor excusa para montar una FIESTA!

¡TAKE FIVE PANFLETO!

Estaremos el próximo viernes 1 de abril desde las 21.30h en el café El Cosaco (Alfonso VI, 4, junto a plaza de la Paja, en La Latina; Madrid).
No es necesario confirmar la asistencia, pero si nos avisas de que vas a venir pues ¡mucho mejor! ya sabes, por eso de si hay sorpresas, comida, etc.
Será un placer contar contigo. ¡Anda vente!

Un abrazo,
Sonia Antón Ríos y Jordi Corominas i Julian
los dires del calis


www.calidoscopio.net
www.panfletocalidoscopio.com

miércoles, 30 de marzo de 2011

Loopoesia 2011 by Albert Folk

Miércoles 30, Dandismo en el Laberint de Wonderland




Ya saben. Hombres elegantes practicando una religiosidad de la estética. Siempre se dice que el dandismo es un fenómeno en decadencia, pero quien escribe no lo considera así. Es casi un estilo de vida, y la literatura ha dado buenos ejemplos que desgranaremos en el Laberint de Wonderland mediante 4 ilustres ejemplos.


1.- Charles Baudelaire y el laurel caído en el barro

2.- Oscar Wilde, paradigma inmortal

3.- Jean Cocteau, único


4. Valle-Inclán y el carlismo estético




El laberint a Wonderland

Cada miércoles a partir de las 18h

Radio Nacional- Rne4

100.8 fm Barcelona

En directo: Rne4

martes, 29 de marzo de 2011

Loopoesia inaugura el Blog "No intente hacer esto en su casa"




Y en breve este blog coordinado por Daniel Jándula y Albert Folk presentará un vídeo del show de 2011. De momento me pidieron un texto para abrir apetitos...



Cuando me preguntan qué es Loopoesia suelo simplificar el asunto. Es amor, pero claro, tamaña palabra que implica una amalgama de sensaciones que nosotros expresamos con lo que mejor sabemos hacer. Normalmente encajan el show en la polipoesía. Maticemos. El proyecto nació en 2009 con una idea muy vaga. Quería musicar una suite poética, pedí ayuda a un amigo y aderezamos la cosa con máscaras, gominotas, un poco de atrezzo y voluntad escénica. El paso de las actuaciones maduró el contenido y la llegada de Laura Fillola terminó de perfilar las cosas. Hoy en día quien quiera asistir a Loopoesía debe saber que desde la mezcla buscamos la unidad; ¿Cómo? ¿Qué? Una suite poética grabada y musicada. 350 imágenes acompañan la performance. Lola Farigola danza con su cuerpo los versos. Jean Martin du Bruit desafía las tablas vestido con una camisa amarilla y explica la historia del negro de Banyoles, eje temático de 2011. Teatro. Tensión. Mucha energía. Los elementos, desde una muñeca verde hasta un balón de fútbol hacen el resto. ¿Ya? No. Es imposible resumir lo que hacemos en pocas líneas. Somos una experiencia y queremos que antes, durante y después surja la reflexión. El arte no es un vehículo para imitar el fast food. Loopoesía es amor.



La penúltima humillación

liendre que en determinadas latitudes
se obceca en torpes maniobras carcamales
empacándome en camiones de mercancías,
emparedado en soeces maderas, vigor de ataúdes,
atávicos asfaltos temblorosos, erróneo suelo
irregular, Sagrera, rueda pinchada, dos porteadores
aupándome, tránsito de subsuelo, escaleras descendentes,
cuchicheos, máquinas expendedoras, próxima estación,
ladridos, vacua seguridad, eximio vagón,
no fumis al metro, malos humos, colectivo individualizado,
quiebra en la mediocridad del circo urbano
por la verborrea de un disminuido psíquico
que en el tubo vislumbró la inmensidad del amor
retenido en un reducto de su prehistoria que captó
el único instante, sala de mapas vaticana
en la insignificancia del desdén con doble moral.

lunes, 28 de marzo de 2011

Especial Cinco años de Panfleto Calidoscopio: El dinero




Poderoso Caballero [especial cinco años]


El tiempo pasa, y por aquí, en el panfleto Calidoscopio, ya van cinco añazos los que nos han caído. Como solemos hacer cada aniversario, al igual que en verano, preparamos un monográfico.

Recordad que el primero, allá por marzo de 2007, se llamó Erótico-festivo, a este le siguieron otros como Cafés, bares y clubs (marzo 2008), El mar, la mar (julio 2008), En el camino (marzo 2009), Taxi, hotel! (agosto 2009), Los números (marzo 2010) y Mitología, mitomanía (agosto 2010). Los asuntos, como veis, han sido diferentes pero la intención la misma, lanzar una idea y ver qué les inspira a nuestros colaboradores habituales y a nuestros invitados ocasionales. El resultado: temas vueltos del revés, o tratados de frente, o al bies, de manera transversal, circundante, centrífuga o en espiral. Sencillamente, panfletos con los que los colaboradores nos sorprenden, con los que disfrutamos recomponiendo un calidoscopio con un leit-motiv esencial, nuestra curiosidad por la cultura.

Poderoso Caballero es el título del monográfico con el que celebramos estos cinco años de revista. Explicar el por qué del tema elegido parecería ingenuo, es obvio, la situación económica actual es un problema tan envolvente como el jabón con el que nos duchamso cada día. Así que, ¿por qué no ver qué sacamos de ello calidoscópicamente hablando?
Y aquí estamos, nada de economía lingüística, que sobre esto, de momento, nadie ha legislado. Aprovechamos para dar las gracias a nuestros lectores, sin ellos este espacio en la red no tendría sentido.

sumario [nº45/marzo 2011]




Pintar y ganar dinero
Por Félix Andrada



Veinte puntos para la reflexión
Por Jordi Corominas i Julián





Dinero
Por Federico Fernández Giordano



Todo por el dinero
Por María Zaragoza





El caso de Luc Pelletier
Por Miguel Baquero



La astucia del vacío
Por Natalia Zarco





Literalmente avaros
Por María Lillo



La postergación de don Dinero
Por Anna María Iglesia






espacio inventado


La culpa la tuvo Paul Auster
Miguel Baquero


Baile de Cifras
Daniel Jándula


Un poema
Gonzalo Escarpa

Correr de trenes infinitos
Héctor Sanzbritz

El culpable permanece anónimo
Joaquina Prados


Lalo
Iván Humanes


Irreflexión
María Sevilla

Poderoso caballero es don dinero: el origen. Por José María Mijangos

El benefactor
Norberto Luis Romero

On the day of
Jordi Corominas i Julián

Inventario del amor (puritito lujo)
Txus García

viernes, 25 de marzo de 2011

Crónica del show loopoético en La Papa, sábado 19 de marzo de 2011




Sábado 19, San José. Loopoesía tiene un padre y una madre, que lo sé yo. Dieron al niño muchas patatas y, bien alimentado, pudo volver al Poble Sec para actuar en 2011 justo al lado de la Iglesia en que bautizaron a Joan Salvat-Papasseit. La Papa era el objetivo. Actuamos en ella otro día 19, pero de 2009. Fue un éxito que sólo se vio mermado por las paredes del local, grises y compresoras, como si achicaran el espacio creando un extraño efecto para el público.

Llegamos al local pronto para preparar las cosas. Encendimos el mágico ordenador, salió nuestro nombre en el proyector y, de repente, Roser Amills y Víctor Amela vinieron a saludarnos. Charlamos un rato, reímos menos de lo que debemos, ya saben que el tiempo apremia, y nos pusimos manos a la obra. Al cabo de un rato aparecieron los Delaonion, que venían con ganas de liarla a la italiana, con un jersey a rayas, mozzarella y la estupenda corbata mafiosa de Juan Vico, más padrino que Vito Corleone, también más guapo.

Fue relativamente sencillo preparar el conjunto. Iniciamos el recital poético con pocas personas, fieles a las que se fueron añadiendo otras caras menos conocidas a lo largo de la velada, lo que siempre es de agradecer porque estos recién llegados no saben con que se encontrarán, algo que estimula una barbaridad. Delaonion estuvo excelsa, se nota el paso de los recitales. Los cinco poetas afinaron su voz, deleitaron y hasta alguno hizo, Iván Humanes, que el público se muriera de la risa. Hubo variedad lírica, buen rollo y una cebolla proyectada que devoramos de madrugada en un plato de pasta.




Loopoesia es amor. Ese día Jean Martin no tenía muy buenas sensaciones. Por la tarde preparó el show y se notaba flojo, escaso de energía. Se vistió en el camerino, abrazó a Farigola y procedió al anuncio del inminente show, bien condimentado por las proyecciones, espectaculares e inmensas en el muro. Era tarde, los vecinos unos quejitas y la música sonó más bajo de lo normal, pero no importó en absoluto. Fue subirse a las tablas y entender que el mundo estaba en orden. Los cincuenta y siete minutos pasaron volando y permitieron innovar sobre la estructura, algo que en parte se debió a un ligero despiste en minucias significantes y a la necesidad que tenemos de reinventarnos en función del espacio, que al ser ligeramente esquivo hizo que Lola intensificara su esfuerzo y Jean saliera de su guarida para desarrollar una serie de gestos mímicos relacionados con lo narrado. Fue el negro con lanza, un cadáver y hasta se atrevió con el número especial de tú eres cristina, donde imitó hasta el extremo las muecas de un retrasado mental. Algunos dirán que hacerlo es excesivo. No, porque en ningún momento hay una intención burlesca, más bien lo contrario ya que el poemario narra la similitud entre nuestro querido bosquimano y el chico que sólo tuvo un momento de amor que le marcó para el resto de sus días. Ese fragmento es difícil de comprender porque mezcla versos, música que quiere ser el cerebro del joven y un delirio a pruebas de bombas. Potenciando el trozo conseguimos coherencia, que al fin y al cabo permite incitar aún más a la reflexión mediante el contenido.


Hablábamos de despiste, pero la verdad, no fue para tanto. Cometimos dos leves errores que subsanamos alterando muy levemente el orden. Tiramos los confetis en otro momento y ondeamos el palo con la cabeza de la muñeca verde, Cristina, un minuto más tarde de lo normal. Lo demás fue como la seda, aunque cabe reconocer que el sitio coartaba un poco nuestros movimientos. ¿Qué sucede cuando percibes eso? Lo das todo. Jean Martin intentándose comer el escenario y el micro, su amigo, con cambios vocales, mil posturas físicas, rabia expresiva y deseo de transmitir. Lola con su talento siempre in crescendo, deslumbró, no es ninguna novedad, pero yo estaba detrás, escondido ejercitándome para volver, y palpaba su desatada racionalidad en acción. Se me caía la baba. Lo bueno del nuevo show es que encontraremos por la carretera factores que nos desestabilicen, pero ya sabemos, y aquí somos objetivos, que la cosa funciona, que hemos dado con una tecla justa. No tuvimos la magnífica exhuberancia del Inusual, aunque sí la profesionalidad que Loopoesía requiere, clave básica que simplemente es la exigencia de perfeccionarse a cada espectáculo y hallar matices que lo completen, como se observa en el momento amoroso, el mejor hasta la fecha, o el striptease final, acompasado en función de la música, con la ropa por los suelos a toque de instrumento y tensión interpretativa.
Los cuatro primeros shows del año concluyen con un extraordinario balance. En el Freedonia inauguramos la estación del negro sobreexcitados y de ello salió un show cargado de adrenalina que nos dio pistas de lo que debíamos hacer y abandonar. En el Macondo moderamos los tempos y en el Inusual los concretamos aún a sabiendas de determinados fallos subsanables. En La Papa faltó la comodidad del espacio, pero aprendimos otras lecciones para el futuro. La solidez nos ampara y prometemos que si os hemos gustado hasta la fecha lo que viene será el no va más. Nuestro hijo es muy especial, hay que domarlo. Work in progress. Felicidad.

Próxima agenda loopoética

Jueves 7 de abril en El Colmado (Calle de la Cera 35, Barcelona, barrio del Raval)
Viernes 29 de abril en la Nau Iwanov (a confirmar)
Miércoles 11 de mayo en Elèctric Bar ( Travessera de Gràcia 233, Barcelona, Barrio de Gracia)
Viernes 13 de mayo en Fnac Callao (Madrid)
Lunes 16 de mayo en El Arco de la Virgen (Carrer de la Verge 10, Barcelona)

Loopoesia es amor

jueves, 24 de marzo de 2011

Poema La conspiración


La conspiración, de Jordi Corominas i Julián (con la inestimable colaboración de Rossella Cascone y José Luis Mula Amigó)


Los borrachos firman contratos
en
lavabos tapiados
de Urquinaona, yerma instalación
del mudo futuro subterráneo,
Peter Stuyvesant.

Las tías buenas dan morbo,
acabo de sentir una nueva
forma de poesía, prima di pranzo
mio padre fumava sigarette
unicellullari, detonante,
culpa, sinónimo,
Tolstoi y Software,
l’ultima battaglia che ho vinto.


Un hombre denunciándose
en precipicios de la periferia
vede aragoste e cavalette,
si preoccupa della
sua integrità mentale,
suicidio regolato,
altri trent’anni
sopravviverà, agonico,
e poi, nell'albergo
il vicino russa,
nostalgico in Russia.

Momento mistico all'alba,
amore di mozzarella, nessuno sapeva
cosa significasse schiavitú
o pleitesía, la terza
Repubblica segreta,
l’istinto di maternità
non era biologico, óvulos
ovalados obnubilan
vuestra visión viciosa.


La chica se atusa la falda,
non sapeva biasimare gatti,
posa la mano como el pensador
de Rodin, destila filas
de bancos perché ha perso
l’abitudine alla libertà.


El incendio de Santander
música de circo, plumas de astracán,
brucia il fegato di legame,
transporta una vela
que en la herencia planta semillas.

Foto: JCJ

Mein Kampf, Historia de un libro de Antoine Vitkine en Revista de Letras


Para no olvidar: “Mein Kampf. Historia de un libro”, de Antoine Vitkine
Por Jordi Corominas i Julián | Reseñas | 21.03.11

Mein Kamp. Historia de un libro. Antoine Vitkine
Traducción de Marco Aurelio Galmarini
Anagrama (Barcelona, 2011)


“Un conglomerado de todas las anomalías tendentes a la extravagancia, propias de la pubertad. Desde un punto de vista psiquiátrico, se trata de jóvenes con complejos de inferioridad particularmente marcados, de individuos que chocan con dificultades por doquier en la vida cotidiana, no se sienten queridos, no tienen sustancia como para autoafirmarse; personas que en la vida normal son más bien tímidas, taciturnas y poco sociables y tratan de satisfacer su tan mutilado amor propio. Esta clase de gente no puede sentirse cómoda si no es incluyéndose en un multitud que se asemeje a su propia y dudosa configuración caracterológica. Solos, fracasarían de manera lamentable”.

(Texto de una revista berlinesa de izquierdas de los años veinte que describe a los partidarios del nazismo).


Alemania 1923. Todo va de mal en peor. El Tratado de Versalles ahoga la economía y la hiperinflación desata el pánico. La barra de pan cuesta tres billones de marcos y los nostálgicos del Reich, profundamente dolidos por las consecuencias de la Primera Guerra Mundial, van juntándose en grupúsculos de extrema derecha. Uno de ellos desarrolla sus actividades en Munich y prepara, entre demagogia y un encendido militarismo, un golpe que devuelva esplendor al país teutón. El 8 de noviembre estalla la revuelta, que fracasa al cabo de poco tiempo. Adolf Hitler es encarcelado en la prisión de Landsberg, donde vive a cuerpo de rey en una celda que su abominable régimen acabará convirtiendo en lugar de culto. Durante su reclusión desahoga su rabia dictando a su escudero Rudolf Hess un libro donde expone su programa político de antisemitismo, odio a Francia, expansión territorial, furor anticomunista y todo su credo que aplicó durante los doce funestos años en los que asoló Europa de muerte y genocidio. Mein Kampf anticipaba el trágico futuro. Pocos detectaron su peligro.



El volumen fue completado en 1928 y tuvo buenas ventas que aumentaron a partir del crack bursátil de Nueva York. El paro y la miseria de la crisis catapultaron al nazismo a un puesto privilegiado y el volumen ganó adeptos hasta convertir a su autor en millonario, por lo que pudo renunciar a su sueldo de Canciller una vez asumió el cargo el 30 de enero de 1933. Desde entonces su manifiesto de 700 páginas incrementó su proyección comercial, erigiéndose en un best-seller que, además, se regalaba en bodas e impregnaba el tejido social mediante frases, menciones y un evidente uso propagandístico que lo convirtió en la Biblia del Tercer Reich, si bien es más que probable que muchos alemanes lo poseyeran sin leerlo, como quien tiene el Quijote en su estantería y ni siquiera lo hojea.

La irrupción en el panorama mundial de una nueva Alemania levantó temor e inquietud en la mayoría de países occidentales. Hitler, consciente de los planes que desvelaba su manuscrito, fue con sumo cuidado a la hora de la distribución internacional de Mein Kampf. Muchas ediciones sufrieron recortes y en algunos países surgieron verdaderas polémicas al ser prohibida su difusión por expreso deseo de su autor. El caso más flagrante concernió a Francia. El hexágono mostró preocupación por los proyectos de su enemigo, quien apaciguaba los ánimos con puntuales entrevistas donde desmentía sus intenciones, pero su verborrea era una simple cortina de humo, pues de otro modo no se entendería la demanda que presentó contra una editorial parisina para que retirara el texto, que a nadie dejaba indiferente, de la circulación, lo que se repetiría durante los cuatro años de ocupación por voluntad del Führer.

Más allá de los acontecimientos: la visible invisibilidad del mal

Todos sabemos qué significaron los doce años de nazismo. Cincuenta y cinco millones de muertos. Campos de concentración. Territorios ocupados. Represión. Demencia extrema de la Humanidad y un sinfín de atrocidades que aunque quisiéramos no podríamos resumir en esta breve reseña. En 2008 el prestigioso canal Arte emitió el documental Mein Kampf, c’était écrit, donde el joven Antoine Vitkine acompañaba al espectador en un recorrido que traspasaba el papel y analizaba el impacto de la obra desde su gestación hasta nuestros días. Un año más tarde se publicó el libro que acaba de editar Anagrama en España. Vitkine es un investigador inteligente, de excepción. No se ciñe a lo básico, escarba y hasta construye una lírica del discurso a través de datos que alambican pasado y presente. En 1945 la guerra terminó. Muchos alemanes prefirieron enterrar Mein Kampf, como si de este modo ocultaran un tesoro con valor incalculable que no merecía ser pasto de las llamas por lo que pudiera pasar, curiosa actitud que cobra más trascendencia por su prohibición en el país teutón, veto que seguirá vigente hasta el 31 de diciembre de 2015, que es cuando vence el copyright que en estos instantes ostenta el Estado de Baviera. La cuestión es trascendente. En la actualidad es absurdo impedir que tan monstruoso documento no se pueda encontrar en las librerías porque la red facilita su difusión. El pueblo teutón ha consolidado su democracia durante seis decenios, intentando olvidar el horror de varias maneras. Primero la excusa fue el yo no sabía nada, postura que mutó hacia el desdén y finalmente, entre rebrotes de xenofobia y el advenimiento de una generación que no padeció la barbarie, a un punto de aceptación de los errores que a nivel cultural se expresa con firmes posturas que incitan el pésimo recuerdo para no repetir tanto daño. Por lo tanto, es lógico pensar que ha llegado el momento para que el libro vea la luz en ediciones críticas que expliquen sus postulados, que en modo alguno pueden ya transformar mentalidades instaladas en un espíritu crítico muy alejado del que predominaba en los años treinta del siglo XX. Si consultamos El capital no tendremos una repentina conversión comunista. Si leemos Mein Kampf y estamos suficientemente formados no nos entrarán ansias locas de invadir Polonia, más bien lo contrario. Su prosa es densa, el estilo mediocre y el batiburrillo paranoico de sus teorías es una clara advertencia que muchos de sus contemporáneos desoyeron, sólo el gran Winston Churchill y Charles de Gaulle atinaron al intuir la tempestad que se avecinaba.

Sin embargo, en otras latitudes la melodía toma otros derroteros. La Historia es caprichosa y las comparaciones odiosas. El volumen tiene muchos seguidores allá donde el nacionalismo y el antisemitismo proliferan. En India es aceptado con unanimidad y en el mundo árabe goza de una increíble aceptación fruto del odio hacia Israel y la extraña alianza que el nazismo mantuvo con la región, fascinada con la figura del dictador y su promesa de liberación colonial del yugo inglés. Lo mismo ocurre a mayor escala en Turquía, donde se situó entre los más vendidos de 2005 porque sus teorías parecen casar bien con el antiamericanismo, la urgencia por adquirir una identidad propia que distinga al antiguo Imperio Otomano de Europa y la inquina hacia el estado judío de Oriente Medio. Lo preocupante es que estos lectores toman las interpretaciones hitlerianas como bases válidas para entender el porqué el mayor aliado de USA en la región actúa como actúa, y que yo sepa tal exégesis conlleva el mayor problema en relación al manuscrito, que es manipularlo en función del contexto y de determinadas premisas e intereses. La ignorancia siempre fue muy atrevida, por eso hay que combatirla, y en este sentido la magnífica investigación de Antoine Vitkine lo consigue al doscientos por cien.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Miercóles 23, Comida y literatura en el Laberint de Wonderland




La semana pasada se inauguró en la Pedrera la exposición El menjar en l'art. En el Laberint de Wonderland aprovecharemos la ocasión para ofreceros un menú literario de excepción.

De primer plato el Banquete de Trimalción del Satyricon de Petronio

De Segundo comeremos hasta reventar con Gargantúa y Pantagruel de François Rabelais

El tercer plato se condimentará con pastelitos de carne servidos por Sweeney todd, barbero satánico de la londinense Fleet Street

De postre madalenas proustianas





El laberint a Wonderland

Cada miércoles a partir de las 18h

Radio Nacional- Rne4

100.8 fm Barcelona

En directo: Rne4

martes, 22 de marzo de 2011

Caligrafía de los sueños de Juan Marsé en Revista de Letras



Redondear la maestría: Caligrafía de los sueños de Juan Marsé, por Jordi Corominas i Julián


Caligrafía de los sueños
Juan Marsé
Lumen (Barcelona, 2011)



243. Carrer de Torrente Flores
El nom que dóna el Nomenclàtor del 1980 és Torrent de les Flors, però el mateix Nomenclàtor m’indica que Manuel Torrente Flores, l’any 1875 va censar els terrenys que ocupa el carrer gracienc del qual tractem ara.
La situación és entre la Travessera de Gràcia i la de Dalt.
( Josep M. Vilarrúbia i Estrany, Els carrers de Gràcia, pp. 87)


Decía Antonio Tabucchi que si al principio de una novela hay un fusil colgando es más que probable deducir una futura muerte. Juan Marsé inicia su Caligrafía de los sueños con sutil ironía. “Torrente de las Flores. Siempre pensé que una calle con este nombre podría albergar ninguna tragedia”. La historia que narra el barcelonés es un drama colectivo que sólo su pluma es capaz de plasmar, hecatombe colectiva vista desde los ojos de un adolescente con claro matiz autobiográfico, como si el autor de Si te dicen que caí- donde ya aparece Ringo, el protagonista- quisiera ajustar cuentas con toda su anterior producción desde la experiencia que confieren los años.


Soy del Guinardó y desarrollo gran parte de mi vida social en Gràcia, barrio del que me confieso enamorado hasta la médula. Lo digo porque mi identificación con el espacio ha facilitado sin duda alguna una lectura que a través de una fuerte empatía topográfica genera nostalgia de inocencia perdida, sitios desaparecidos y situaciones que desde lo cotidiano se revelan casi irreales. El motivo es el contexto. Barcelona 1948. La ciudad pena el final de la década inaugural del franquismo. Racionamiento, bocas cerradas, desquicio de asfixia. Los ojos de Ringo cubren un escaso perímetro que impulsa su crecimiento. Hijo adoptado, aspira a ser pianista, pero la familia no tiene dinero, por lo que trabaja como aprendiz de joyero y mata las horas leyendo, con un dedo menos, en el Rosales, bodega epicentro al resumir toda la cháchara del vecindario, hilo de oralidad donde se condensan infinitas efemérides mediante el rito confesional a la dueña del establecimiento. Hay un mensaje privado, sí, aunque antes de llegar a esa misiva deberemos circular por el plural mosaico que Marsé ofrece con su mejor estilo, tosco y elegante, preciso y metafórico, amalgama que en sus paseos descubre un mundo y precipita otros a un abismo donde la esperanza es una víctima sin aliento, condenada a varias formas de oscuridad en el culo del universo, la Ciudad Condal.




Ringo mueve las fichas. Su madre es una abnegada ama de casa que atiende con paciencia los vaivenes del padre, desratizador aficionado a cargarse roedores azules, muy abundantes por aquel entonces. Sin embargo, y así lo notamos desde que abrimos el libro, la estrella es Victoria Mir, loca que se tira a la vía de un tramo de tranvía en desuso y activa la imaginación del niño, que ve en el acontecimiento la potencia de la ficción dentro de la realidad, foco creativo muy superior a las surrealistas aventis que concibe junto a los amigos de su pandilla.

Victoria, y así nos lo explicita el narrador, sufre un desengaño amoroso por culpa deL señor Alonso, un ex futbolista cojo, omnipresente en su imaginación, caudal que aúna las peripecias de todos y cada uno de los personajes, que al estar alienados por la imposibilidad de progreso buscan vías de escape, sueños que enciendan llamas amenazadas que flirtean con la extinción. En este sentido las tres escalones sin meta de la montaña pelada ejemplifican muy bien el destino de un pueblo triturado, rendido al yugo y las flechas. Hay que seguir para adelante, y quien mejor ejecuta la melodía es Ringo porque carece de las responsabilidades propias de los adultos, a quienes observa con asombro, intuyendo más que entendiendo los problemas que les acucian. Él se preocupa por el cine, se sumerge constantemente en la literatura y encadena epifanías porque su edad así lo permite y aconseja, desde el conocimiento hasta el sexo. Quizá uno de los mejores fragmentos del manuscrito es cuando el quinceañero penetra en el Barrio Chino, reino de lo prohibido con patatas bravas, gitanos, alcoholes, putas y el claroscuro del centro, terra ignota, área reservada a los que tienen pelos en los genitales y una cifra consentida por las autoridades en el carnet. En ese brillante episodio, magistralmente escrito y descrito, se superan fronteras del núcleo ancestral al meollo bajo el signo de la feminidad. No es nada casual que los dos hilos que vertebran el relato coincidan en un burdel que simboliza las ganas de Ringo y la impotencia de Abel Alonso, desquiciado tras tantos sinsabores hasta el punto de confiar su suerte a un mocoso extraviado en el laberinto del vicio que aún no le corresponde catar.





¿Más de lo mismo? ¿Repetición de viejos temas y recursos? Puede ser, pero perfeccionados. Un literato de esta categoría no tiene ninguna necesidad de justificarse ni apostar por novedades despampanantes. Se perdura con señas de identidad visibles. Su trayectoria le avala y esta novela es un espejo afinado que teje una fila tela polifónica donde cada rol, lugar y letra asumen un papel preponderante que en su diáfana expresión van más allá. Las apariencias engañan y cada puerta abierta encierra un misterio psicológico e identitario. El exterior marca el tempo. Los ojos ven. La mente determina, como si de esta manera los personajes se protegieran de un temor que impregna el aire e impide la naturalidad, ahogando sin llanto físico la existencia, envejeciendo la piel a base de golpes bajos que arruinan porvenires. Violeta, la hija de Victoria, cuidado con tanta V, es el reflejo máximo con su fealdad facial que contrasta con esa belleza en las piernas que, no obstante, siquiera se agitan el domingo en las salas de baile grasientas porque su pelirroja propietaria rechaza uno tras otro a sus pretendientes y da ambiguas largas a Ringo, encandilado con la chiquilla sin reconocerlo.


En 2011 hay lectores jóvenes que saben de Marsé por nombre y hasta puede que les resulte cansino por obligatorio. Lo mejor es desoír esa voz y lanzarse a por su prosa. No estará de moda, no sonará a tendencia. ¿Le hace falta? No. El realismo, y más del modo en que lo exprime el barcelonés, significa literatura de altos vuelos que se compromete con lo palpable para intentar darle un sentido que, al afectar al receptor, incita a la reflexión sobre el entorno y sus circunstancias. No puedo dejar de aplaudir la miríada de personas que actualmente buscan con afán la renovación y el experimento, pero siempre necesitaremos narradores puros con una lírica válida para desgranar los entresijos del gran mapa.





En la escena final de Rocco ed i suoi fratelli de Luchino Visconti, el menor del clan abandona la fábrica Alfa Romeo y acaricia los carteles con el rostro de Alain Delon, boxeador, vinto vincitore que ha dado al benjamín las claves para no errar y escribir su destino con las teclas justas. Lo mismo acaece con Ringo. La adversidad afecta a los pobres, almas dependientes de decisiones de un escalafón putrefacto . Sus herederos sabrán cómo afrontarla y construir, airosos, su propio edificio.

lunes, 21 de marzo de 2011

Providència 77 en "Se fue al otro barrio" en Bcn Week


Providència 77, by Jordi Corominas i Julián

Viernes, cinco de la madrugada. Discuto con un amigo la conveniencia de ejecutar cambios en la Plaza Rovira para que el digno señor de bronce tenga un compañero de charla. El espacio lo propicia. Enrique Vila-Matas habló de sus constantes dualismos, perfectos salvo por la omisión de otra escultura que equilibre la balanza y fulmine la soledad del hombre, pasto de locos y palomas, que ganó el proyecto de reforma del Eixample hace ya más de 150 años. Rovira no dice ni por ahí te pudras, es silencioso e ignora la realidad adyacente a sus dominios, repleta de pequeñas trampas que suelen pasar inadvertidas hasta que la repetición ejerce su maléfico influjo y sitúa en el mapa rarezas que claman atención en su misterio.
Abandonamos las farolas, dejamos atrás la droguería del crimen de Carmen Broto y saludamos al invisible Marsé, omnipresente en el espacio, como si el lugar fuera suyo y nosotros unos simples peleles, peones de un tablero, marionetas que para dar con la libertad deben tejer redes propias, ganancia de pescadores que sólo intentan entender su entorno.

El barco se para cada noche, poco antes del abrazo con Morfeo, en Providència 77, una fachada lúgubre que intriga a mi amigo desde hace más de medio siglo. El edificio tiene una concepción arquitectónica sobria, casi racionalista, con ventanas sin adornos que emanan pavor por sus barrotes. La geometría proporcionada del asunto, aséptico en las paredes, daría para muchas elucubraciones, pero lo importante está en el acceso. Ya saben. Las puertas de los inmuebles suelen tener un interfono. El clásico posibilita contactar con los residentes llamando a su piso. En el caso de la anónima mansión que centra nuestras pesquisas sólo hay un timbre general que incita a sospechar la existencia de un portero en el interior, amo de llaves del palacio donde el común de los mortales tiene vetada la entrada al portal marrón ardilla con un pomo dorado que nadie franquea, al menos a la vista de los demás. Ése punto apabulla. ¿Quién vive en Providència 77? Cuando el Papa de Roma visitó Babilonia colgaban banderas vaticanas. Por lo tanto, ya sabemos que alguno de los habitantes de la casa cree en el Dios católico con ardorosa devoción. ¿Y qué? Podríamos pasarnos días enteros vigilando. Nuestra desesperación crecería por el vacío absoluto y la impotencia de la nada. Unos opinan que la clave está en una salida trasera oculta a nuestros ojos. Otros comentan que es una residencia religiosa que lleva en el más profundo de los secretos sus actividades. ¿Una secta? ¿Una conspiración judeo-masónica? ¿Un selecto club de albañiles ayurvédicos? ¿Un prostíbulo enmascarado? ¿El refugio de Batman? Emoción, intriga, dolor de barriga.
Este texto es un esbozo de investigación. En ningún momento pretendo descifrar la verdad porque carezco de información para acometer el reto. A veces me paro en el badulake que está enfrente y compro un aquarius, la bebida de los campeones. Seguro que el humilde pakistaní, entregado propietario de su negocio, conoce datos de vital trascendencia para aclarar el entuerto de esos imponentes muros que desafían la rutinaria dinámica de la ciudad, donde la mayoría de individuos nacen, crecen, se reproducen y mueren en la normalidad de unas habitaciones que a nadie preocupan por carecer de un destello que las diferencie, almas contentas, o resignadas, que desarrollan sus tareas cotidianas con la forzosa naturalidad que implica empaparse de aire contaminado y mezclarse en el bullicioso marasmo urbano.
El método para averiguar el enigma es simple. Basta con tener conocidos que se dediquen a la abogacía o tengan contactos en el registro de la propiedad, accesible para todo hijo de vecino que quiera esforzarse y acudir a consultar planos. No lo hago porque seguramente quiero sentirme, las frustraciones infantiles son lo peor, un Sherlock Holmes a la catalana y especular con el extraño bloque del privilegio. Providència 77 es una metáfora de nuestra época, donde los poderosos actúan en la superficie sin ser atisbados por ojos que padecen la miseria de cruzar los brazos al no poder atentar directamente contra los cínicos que impulsan la mierda que siempre más impregna nuestras carnes. Ellos están entre nosotros y marcan sus cartas con símbolos, fronteras impenetrables al alcance de una mano que, sin embargo, acata la prohibición de no tocar la fruta prohibida en un mundo que nos transforma en visitantes de un museo que desmiente la igualdad.



Ilustración: Nil Bartolozzi

sábado, 19 de marzo de 2011

viernes, 18 de marzo de 2011

Sábado 19, 22 horas, Delaonion+Loopoesia en La Papa



Loopoesia tiene por delante unos meses cargados. De momento marzo está sonando muy bien, y para celebrarlo el Sábado 19 montamos un evento en La Papa con los siguientes ingredientes y datos.

Sábado 19 de marzo, 22 horas

Delaonion+Loopoesia en La Papa

C/ Tapioles 12 Metro Poble Sec

Contribución a los artistas: 4 euros


Delaonion son

Álex Chico


Jordi Corominas i Julián

Laia López Manrique

Iván Humanes

Juan Vico


y


Loopoesia es amor


Poema sonoro "Agonía y muerte del paganismo"



Siempre me intrigó mucho, y lo estudié a conciencia, el tránsito del paganismo al cristianismo, una imposición legislativa imperial que terminó con los Dioses de manera paulatina y, al mismo tiempo, brusca.


jueves, 17 de marzo de 2011

miércoles, 16 de marzo de 2011

Miércoles 16, Autoras y mujeres de la literatura en una época oscura en el Laberint de Wonderland




Cuando hablamos de epoca oscura nos referimos a un momento que probablemente aún existe, si bien creemos que las cosas han mejorado bastante. Este miércoles hablaremos de autoras que en su momento fueron muy valientes, pero que debieron esconder en algunos casos- George Sand y Víctor Català, su verdadera identidad. Las otras protagonistas serán Safo de Mitilene y dos féminas muy diferentes pero que indudablemente tienen un fuerte cariz literario: Laura de Petrarca y, si nos da tiempo, Enriqueta Martí, la vampira del Raval.



El laberint a Wonderland

Cada miércoles a partir de las 18h

Radio Nacional- Rne4

100.8 fm Barcelona

En directo: Rne4

lunes, 14 de marzo de 2011

Secretos inútiles de Mirko Lauer en Literaturas.com



Mirko Lauer, Secretos inútiles, Cáceres, Periférica, 2010

Marigold. San Francisco 1988. La atmósfera es pútrida, con el tiempo congelado en un fotograma resbaladizo que huele mal pese a ser inodoro. El periodista Mirko Lauer acude a la ciudad californiana por la inercia de un amor pasado en forma de investigación de bachillerato sobre la escritora peruana Miranda Archimbaud. Su contacto en los Estados Unidos es el primo de la escritora, un magnate que dice no conocer mucho de literatura, sólo de chismorreos enmarcados en el pasado compartido del Cerro Azul, allá por los años veinte , cuando su familia era propietaria de la zona y siquiera tenía necesidad de hablar español para comunicarse. Clayton Archimbaud es un magnate anglo peruano que vive alejado del mundanal ruido en Villa Maspons, recinto que por su aura recuerda sospechosamente, sin tanta farándula ni oropel, a la mansión de Norma Desmond en Sunset Boulevard. Su propietario es solícito y viste como lo que es, un millonario exiliado del mundo en su madriguera donde acoge al visitante como si así quisiera aportar alicientes a su teatro. Adora el tweed y los buenos alcoholes que acompañan la charla, toma y daca en el que lleva una considerable ventaja al jugar en su terreno y disparar con las armas del anfitrión que se divierte al poseer la verdad del pasado que tanto interesa a su invitado, desconcertado y atento a las evoluciones del lance verbal, veloz ping pong a cámara lenta.

Imperceptiblemente lo acaecido en la habitación va mezclándose con la narración del viejo; se altera el aire y accedemos a una doble trama. Por una parte están las vivencias peruanas y el morbo de la supuesta relación entre Rendy y el entrevistado, buen conversador que suscita el interés de Lauer y el lector, siempre más impaciente por saber cual es la verdadera personalidad que se esconde tras esa máscara demacrada que mantiene la compostura y no cede un ápice en el duelo, sobrio en su ebriedad, digno en su aplomo y desbaratado con el paso de las horas, generando brechas en la estructura prefabricada de las respuestas hasta abrazar el umbral de la duda. Asco y fascinación. El pintor milanés Giuseppe Arcimboldo dibujaba rostros con tubérculos, frutas, flores y hortalizas, objetos que no obstaculizaban la semejanza del conjunto con el sujeto retratado . Su pintura enlaza bien con la novela de Mirko Lauer, escritor y protagonista de la misma por nombre que muestra y no desvela en el proceso de fundir los constantes dúos hasta el claroscuro que cubre la tela de Secretos inútiles, comparable con Blanco nocturno de Ricardo Piglia por su interés en el misterio de lo rural y sus anomalías en las que nada es lo que parece.

Sentimos el crepúsculo, acucia. Las anécdotas relacionados con el Cerro Azul son excusas que pausan el ritmo al tiempo que aportan dosis de tensión que irán incrementándose a medida que avance un relato. Culpa de un chino, Jack Wu, compañero de juegos de los alegres primos, mayordomo que entre orillas y árboles se erige en motor por la atracción erótica que desprende. Los tres y el trágico asesinato del chino, con diferentes versiones a lo largo de la velada, serán el punto cardinal de la transcripción que el crítico literario realiza. La grabadora en marcha, el whisky invadiendo la conciencia, alentando para que la quete académica vuelque hacia el lado personal y desborde el vaso por el eterno afán de resolver un enigma directo.

La teórica tranquilidad del diálogo se rompe al irrumpir la noche y variar el escenario de la casa al bar. Llega el delirio, sin apenas avisar. Explota la tirantez y las copas, de más, se derraman. El vómito y la reminiscencia actúan implacablemente. Clayton es una construcción sublime, noble amasijo proclive al derrumbe, que no sólo consiste en revolcarse por el suelo y destrozar la lengua de Cervantes. Lauer alucina y registra todo mentalmente porque quiere llegar al meollo del asunto, desvelado en el alba del nuevo día, sepulcro perfecto para elucubrar sobre chinas, de carne y hueso.

Secretos inútiles es un meritorio tour de force narrativo que mediante un formato ciertamente cinematográfico que concibe los espacios como estados progresivos conformes al ciclo de la jornada. La quietud física queda anulada por el vaivén de investigaciones, minucias, resquicios y gestos que ofrece el diálogo, comprensible sólo desde la arquitectura de los personajes, locuaces al máximo cuando ejecutan movimientos reveladores de su farsa en un póker infinito con muchos ases bajo la manga, naipes con tendencia a la humillación que deriva de estar alienado y padecer los freudianos traumas que despiertan al hombre y notifican el abrumador peso de la existencia.

J.D. Salinger,una vida oculta de Kenneth Slawenski en Revista de Letras


Loca cordura de un hombre: “J. D. Salinger. Una vida oculta”, de Kenneth Slawenski
Por Jordi Corominas i Julián | Reseñas | 11.03.11


J. D. Salinger. Una vida oculta. Kenneth Slawenski
Traducción de Jesús de Cos
Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores (Barcelona, 2011)


El 27 de enero de 2010 estaba tan tranquilo malgastando el tiempo en Facebook. Al cabo de unos segundos, algo muy típico bajo las premisas actuales de lamento cool, el muro principal se llenó de necrológicas dedicadas a la memoria de J. D. Salinger, escritor que con su obra y actitud vital removió conciencias hasta convertirse en paradigma, literato ermitaño que enarboló con suma ética y valentía su bandera de privacidad.

Mis recuerdos de su obra se limitan a una lectura adolescente de El guardián entre el centeno por obligación escolar. Abrí el libro a las tantas de la noche y lo devoré en mi cama, quedándome de ése instante un reflejo más bien borroso, y así seguimos, con la idea de Holden Caulfield entre ventanas de Nueva York, oscuridad viciosa, risas a tutiplén y la más que probable certeza de no haber captado su esencia. Quería terminar la novela y dormir, pero lo importante es que sus páginas perduraron sin caer en el pozo del olvido al que sepultamos tantas letras que circulan por nuestros ojos. Quizá por eso me hizo ilusión dar con la biografía que recién acaba de publicar Galaxia Gutenberg, volumen, y más al abordar un caso tan complejo, que no podemos calificar de definitivo pese a la ejemplar brillantez con que Kenneth Slawenski disecciona la existencia del neoyorquino.

Salinger nació el día en que el mundo se aprestaba a iniciar una nueva era. 1 de enero de 1919. Atrás quedaba la Primera Guerra Mundial y el dominio europeo, suplantado por la potencia norteamericana que rezumaba cambio desde la Gran Manzana. Los primeros años suelen ser claves para configurar la personalidad del individuo, y en el caso de nuestro protagonista su infancia y adolescencia ya ofrecen retales de la trilogía que caracterizará su actitud: disciplina, narrativa y egolatría.

No podemos entender al puntilloso Jerry sin su eterno alegato a favor de una más que metódica disciplina. Ser hijo de un hombre forjado a sí mismo le sirvió para ahondar en el amor materno y comprender la necesidad de trabajar con constancia para alcanzar sus objetivos, punto de vista sin duda reforzado por su estancia en una academia militar y el infierno de su carrera marcial durante la Segunda Guerra Mundial entre Inglaterra y Alemania. El soldado de aspecto exótico con la máquina de escribir a cuestas padeció lo indecible en el bosque de Hürtgen, salvó el pellejo y recibió otro letal puntapié al contemplar consternado la abominable carnicería programada de los campos nazis. Estas experiencias sepultaron su escasa ingenuidad y le ayudaron a concebir parte de su particular visión del universo.




El joven sociable se transformó hasta purificar su figura de inconveniencias. Quiso despojarse de lo superfluo, abrazó una intensa búsqueda espiritual y siguió a lo suyo. Desde 1940, gracias a un providencial curso en la Columbia University, tenía claro su destino y apostó todo para conseguirlo. Tanta era su voluntad que hasta preparaba sus relatos en función del tipo de revista y estipendio. Durante esa década entabló amistad con importantes editores, coincidió con Hemingway en París y alcanzó la cima soñada al mantener una relación privilegiada con The New Yorker, que se aseguró la exclusiva de sus textos creyendo en su indiscutible y extraña calidad. Cabe remarcar que el rumbo tomado por Salinger se debió a su irrompible creencia en su talento y un desdén al murmullo que sólo puede entenderse analizando desprecios, Oona lo abandonó por Charles Chaplin, y un ego desmedido que luchó hasta la extenuación por anular sus fragmentos ociosos, tentaciones de las que disfrutaba en grado sumo hasta que los palos rebasaron a las delicias.

Volvió de la arruinada Europa de 1945 casado y con un perro. Le exigían una novela. Se encerraba dieciséis horas al día y las invitaciones se acumulaban en su buzón. Su nombre estaba en boca de todos. Sus relatos, que aturdían por diferencia, triunfaban. Él, hastiado tras otro fracaso amoroso, optó por emigrar al campo como consecuencia de aspirar a una paz que lo urbano no consentía, menos aún tras el apabullante éxito de El guardián entre el centeno, anhelado hasta que se presentó con ropajes que anticipaban la modernidad por el fanático estruendo que generó en el conformismo de los cincuenta, furor inextinguible aupado por lo corrosivo de las expresiones vertidas en el manuscrito, afrentas léxicas que clamaban por otra América que se desprendiera del pestilente hedor consumista que la carcomía en su gloria. Los polos opuestos se atraen. No podemos sacralizar una figura de tal envergadura sin apreciar sus contradicciones. Salinger era dogmático y privilegiaba su alma, y lo mismo vendía la sociedad donde desarrollaba su profesión. La discordia radica en el modo de aplicar ambas cosas. Su país imponía, él se alejaba emitiendo contundentes voces que ataran bien todos los cabos. Al ser desoídas el sentimiento de traición se acentuaba y el desapego florecía con estrépito.

Cornish y lo medieval. El artista como un eremita que acepta ciertas normas del mercado hasta que éste se desnaturaliza y propicia el acoso a la intimidad, la tergiversación y el íncubo de una exposición mediática no requerida que favoreció su silencio. Marujeen que algo queda. Jerome David sometió sus obras al veredicto del público hasta 1965, cuando optó por proseguir su singladura en un oasis inaccesible de narrativa, oración y recogimiento. Dijo basta. Vivió conforme a sus principios en una comunidad sin las ínfulas de lo contemporáneo, desde el respeto y la calma de quien es querido sin tanto aspaviento. Error en la cronología, mente del siglo XX. Hoy daría gracias a Dios por librarse de bitácoras, crispaciones y frivolidades tan típicas de nuestra época, aunque pensándolo fríamente uno de los motivos que le hizo despedirse de lo mundano fue el mezquino artículo que Tom Wolfe lanzó como una andanada contra Brian Shawn, editor de The New Yorker y uno de los mejores amigos del autor de A perfect day for the bananafish. Calculen, miren atrás, vuelvan su cabeza al presente e interpreten.

Holden y Phoebe. Franny y Zooey. Caulfield y Glass. La familia, paraíso perdido en el empecinamiento de su rebelión, fue la piedra miliar que articuló sus dinámicas tanto en vida como en literatura, si bien en la primera su matrimonio con Claire Douglas, entregada a la causa durante una larga década, constituyó una derrota a la que se sobrepondría desde una pasmosa ataraxia basada en hacer lo que su rigor imponía en esa habitación donde no cejaba en su empeño de acumular creaciones por el mero placer de perfeccionar su técnica, apuntalada mediante una serie de sagas con las que hacía suyos, quizá demasiado, unos personajes a los que confesaba amar con devoción religiosa.

Pese a su logrado estudio de la obra, la biografía de Slawenski, administrador del sitio www.deadcaulfields.com, se centra en los hechos, contrasta datos en abundancia hasta la fecha bisagra de 1965 y en el último tramo no especula con informaciones útiles para rellenar el vacío documental que el mutismo del mito engendró hasta levantar un muro sólo quebrado cuando atentaban contra sus derechos elementales de su ser y sus manuscritos fomentados con creces por un género que rehúye aceptar el aislamiento de un semejante y hasta le atribuye, véase el nefando asesinato de John Lennon y el frustrado homicidio de Ronald Reagan, dones malignos para dañar su reputación. Esta objetividad se agradece porque, si bien notamos simpatía hacia el autor, en ninguna circunstancia se percibe un atisbo hagiográfico. Salinger es plasmado desde un claroscuro nada barroco, el propio y elemental de cualquier individuo, dimes y diretes, textos y mujeres, urbe y campo, presencia y ausencia, suceso y crítica estéril, luz y enigma acompañará su estela hasta que el paso del tiempo nos regale el hipotético manantial que aclare esa pared silenciosa que el escriba tejió con flemática e indignada sabiduría a lo largo de media centuria.

domingo, 13 de marzo de 2011

El perro que comia silencio de Isabel Mellado en Revista de Letras



Surrealismo naïf en la época neutra: “El perro que comía silencio”, de Isabel Mellado
Por Jordi Corominas i Julián | Críticas | 9.03.11

El perro que comía silencio. Isabel Mellado
Páginas de Espuma (Madrid, 2011)


El nuevo Chile literario tiene un arsenal de plumas femeninas que España debería conocer. A la progresiva, porque un día estallará y el impacto será tremendo, Claudia Apablaza se une Isabel Mellado, violinista de la filarmónica de Berlín a la que pronto deberían acompañar la más que consistente Paula Ilabaca y otros nombres como Mariela Malhue o Marcos Arcaya Pizarro, poetas que no cejan en su empeño de renovar las letras de su país.

El otro día escuchaba la radio y Javier Rioyo, que raramente critica ningún libro en su sección, se deshacía en elogios hacia El perro que comía silencio. Afirmaba haberlo leído de un tirón por el disfrute que le proporcionaron sus páginas. Pocas horas después recibí la obra en mi buzón, la examiné detenidamente y me prometí leerla durante el fin de semana. Sí, la obra, algo inevitable por sus breves relatos, se devora con facilidad, es gustosa y desborda una plácida sensación de empatía que aumenta exponencialmente por ritmo y velocidad del texto, estructurado en tres partes que culminan con una serie de aforismos que algunos reseñadores han comparado sin mucho esfuerzo con las míticas greguerías del maestro Gómez de la Serna. Ojo. Está muy bien parangonar para que la reseña quede redonda, pero hay que considerar otros elementos que en este caso vuelan por un doble campo donde la economía del volumen, veinte folios para el tramo final, se entrelaza con una producción poética que pretende apuntalar los dos fragmentos narrativos que la preceden para dar sentido completo al manuscrito.

La ópera prima de Mellado tiene un estilo dulzón, donde el surrealismo no es el contundente caballo de batalla que permite desmontar la realidad desde una perspectiva feroz, de voracidad que ponga el dedo en la llaga para arremeter de manera lúcida contra el presente. Sus historias son más bien un meloso juego literario basado en la libre asociación y la exploración de mínimas experiencias cotidianas que la autora concibe con lírica del absurdo, desde la fornicación con el pez en una habitación de hotel hasta la burocrática ola que se convierte en un código, algo que por otra parte, sin el mar por en medio, articuló Fernández Mallo con más ímpetu conceptual en su reciente remake de El hacedor de Jorge Luis Borges.


Visto lo visto seria lícito pensar en una experimentación sin trabas, válida por prescindir de tópicos y enarbolar una bandera que prescinde de tópicos. Maticemos. Isabel Mellado tiene una mente eminentemente musical que reluce en especial cuando emplea la sinestesia como recurso. Sus meditaciones sobre el lenguaje son divertidas, con la gracia de quien escribe para pasárselo bien y descubrir un universo alternativo al de su profesión. En “Sueño o página” la belleza del desfile de vocablos, sinónimos, antónimos y abecedarios entretiene porque podemos imaginar el desbordante batiburrillo mental que encierra una inventiva que, tras armar un desbordante jaleo, evoca la potencia del silencio justo antes de adentrarse en instrumentos, conciertos y notas que protagonizan la irregular segunda parte del compendio. En ella destacan las piezas que transmiten un toque personal que prescinde de la originalidad por la originalidad y buscan ahondar en aspectos más o menos insólitos, como la preparación de la concertista en los instantes previos al acto supremo de interpretar, o la fantástica gamberrada de un público que se salta a la torera la solemnidad y da rienda suelta a la locura en el escenario melódico donde la mudez debe prevalecer por encima de todo.




Esas chispas de humor, presentes a cuentagotas, refuerzan la unidad de un conjunto con ciertas aspiraciones sinfónicas y cierta influencia norteamericana en la finalización de las tramas, lo que las desnaturaliza y les da un cierto aire a bocetos inconclusos, ideas que de tanto estar en la cabeza debían ser plasmadas para no caer en el olvido. No es ningún reproche. Lo fragmentario abre campos que probablemente el paso del tiempo consolide para dar más solidez a un recorrido que tan sólo acaba de empezar, camino que muestra determinados trazos atribuibles en exclusiva a Mellado, quien con El perro que comía silencio traza su particular apuesta por un surrealismo naïf corroborado en sus aforismos, a los que acompañan ilustraciones de trazo ligero para proseguir con lo lúdico buenista, nada vanguardista, que impregna el contenido.

viernes, 11 de marzo de 2011

Podcast del Laberint sobre Literatura y animales




El miércoles pasado en Wonderland hablamos de animales y literatura, desde el libro de las bestias, pasando por Mi perra Tulip de J.R. Ackerley, Rebelión en la granja de Orwell y la metamorfosis de Kafka. Cerramos el programa con una poesia de Carlo Alberto Trilussa. La sección empieza en el minuto 42 y se puede escuchar aquí

jueves, 10 de marzo de 2011

Poema sonoro "Antes de la primera cita"


Las tardes de jueves son maravillosas. Descanso un poco y mira, hoy me ha dado otra vez por montar un poema sonoro. Se llama Antes de la primera cita e intenta imaginar un cerebro nervioso, con mil pensamientos, paseando hasta el momento en que el ding dong indica el encuentro.







Foto: JCJ

miércoles, 9 de marzo de 2011

Poema sonoro "El vigilante desnudo"


Desde que hago las mezclas musicales en Loopoesia le estoy cogiendo mucho gusto a la cosa. El otro día estaba aburrido, jugué a mezclar piezas de forma casual, afiné el tiro a medida que avanzaba la composición y salió este audio que denominé "El vigilante desnudo"








foto: JCJ

Miércoles 9, Animales y literatura en el Laberint de Wonderland









Este miércoles en Wonderland haremos que hablen obras sobre animales. Entre las elencadas tendremos El llibre de les bèsties, Mi perra Tulip de J.R. Ackerley, la inevitable Metamorfosi de Kafka y Rebelión en la Granja de George Orwell, cuatro clásicos para amenizar vuestra tarde que terminaremos con este poema del romano Trilussa

Mentre, una notte, se n'annava a spasso,
la vecchia Tartaruga fece er passo
più lungo de la gamba e cascò giù
co' la casa vortata sottinsù.
Un Rospo je strillò: - Scema che sei!
Queste so' scappatelle
che costano la pelle... -
Lo so: - rispose lei -
ma, prima de morì, vedo le stelle.



El laberint a Wonderland

Cada miércoles a partir de las 18h

Radio Nacional- Rne4

100.8 fm Barcelona

En directo: Rne4

martes, 8 de marzo de 2011

Franquicia Jordi Corominas dígame en el Blog La Medicina de Tongoy


El Blog la medicina de Tongoy dedica una entrada a este modesto blog que en realidad es un archivo de artículos y actividades. Puedes leerla clickando aqui

lunes, 7 de marzo de 2011

Podcast del Laberint en Wonderland del 2 de marzo dedicado a charlas entre estatuas




Puedes escucharlo clickando aquí

Diálogo con Agustín Fernández Mallo en Revista de Letras




Conversación con Agustín Fernández Mallo
Por Jordi Corominas i Julián | Destacados | 25.02.11


Pasada la fiebre Nocilla ha llegado el momento idóneo para valorar la obra de Agustín Fernández Mallo, un escritor que desde una absoluta independencia forja su camino ajeno al ruido que generan sus pasos.

Cuando la cartelera cinematográfica nos anuncia un nuevo remake bajamos la cabeza, preocupados por la escasa imaginación de los directores. No aborden la lectura de El hacedor (de Borges), Remake (Alfaguara) desde la negatividad, es una pequeña joyita creada con minuciosidad artesanal que mezcla géneros, se divierte con la física, enlaza prosas, reparte poesía y regala al lector una magnífica oportunidad para la reflexión, ampliable con enlaces y un sinfín de posibilidades digitales que dan el libro otra valía al prolongarlo más allá de las páginas.

Pasadas las horas constato que me dejé muchas preguntas en el tintero. Elevaciones milimétricas del suelo en el aeropuerto. La fundación de la quiniela en el evangelio. La matemática de un código en Nueva York. El rastro de Anna en Lisca Bianca. Siempre repetimos ventana y la Calle Balmes nos ignora, completamente.



¿Cómo surge la idea de hacer un remake de El hacedor de Borges?


Leí El Hacedor de Borges con dieciocho o diecinueve años y me fascinó desde el principio. Narra desde elementos fríos, supuestamente poco literarios, como la matemática o la metafísica. Por aquel entonces ya veía que en las ciencias había una poesía, pero no sabía el modo de plasmarlo literariamente. Al leer el libro de Borges entendí que alguien ya lo había hecho. Eso me dio ánimos a intentar mi propia estética y mi propio camino. Pasó el tiempo, fui construyendo versos, la trilogía…

Y evidentemente tu remake tiene una estrecha relación con la trilogía Nocilla y todo tu trabajo anterior.

Por supuesto, todo esta ahí, obsesiones, temas. En 2004, entre la finalización de Nocilla Dream y el inicio de Nocilla Experience, vi que cada relectura de El hacedor me proponía en cada cuento nuevas historias, historias tangenciales a los cuentos, ideas que se disparaban solas…¿Por qué no iba a hacer un remake si me inspiraba tanto? Me lo tomé como un juego, un juego apasionado y serio.


Pero claro, al tomártelo así podías hacerlo con tiempo, sin plazos, construyendo el puzzle poco a poco.


Muy tranquilamente, estuve seis años. Lo terminé en diciembre de 2010 y ha sido un proceso muy satisfactorio. Quizá alguien piense que lo hice por crear algo raro, pero no, fue por el mero placer de investigar mi estética y como respuesta a un impulso creativo muy fuerte, muy intenso.


Releí El hacedor de Jorge Luis Borges hace poco y recordé sus constantes de pasado, permanencia y sueño. Supongo que usaste estos como excusas para desarrollar lo que querías plantear.


Según cómo se mire. Lo que hice fue coger en cada cuento la idea final que Borges me comunicaba, y a partir de la misma elaboraba mi propio cuento, un doble deformado en un espejo. Con los poemas operé de otra manera. Lo que me inspiraba el título determinaba la transformación.

En la parte de los poemas lo que resalta en relación a otros libros es que te desatas más con el humor y la experimentación a partir de las cosas.


Mucho más, y yo mismo me sorprendía, porque no soy tan dado en mis poemarios a poner un humor tan explícito, ni tampoco tiendo a ser tan visual. Suelo usar un humor más sintético.

Supongo que también influye el querer quitarle solemnidad al asunto.

Sí, con respeto. Por otra parte este experimento prueba que Borges es un escritor contemporáneo a nosotros, porque admite una relectura que vive, lo malo y triste sería que no nos inspirara nada.

Yo entiendo el remake como la evolución de la historia en función del tiempo transcurrido. No podías reescribir la obra basándote en el contexto de 1960.

Claro, es una adaptación a nuestra época, y reitero, hecho con respeto, yendo totalmente a mi aire, sin meterme con nadie.

Bien que haces.

Paso de navajas y estas cosas.

Lo pensaba antes. Estás apartado totalmente de discusiones y movidas varias, bastante absurdas.

Totalmente. Paso. Gastaría tanta energía y tanto tiempo en criticar a los demás para… ¿Para qué? Sigo mi camino y mi estética. Lo que voy a decir parecerá algo altivo, pero estoy convencido. Mi literatura no necesita para darse a conocer de ese tipo de aderezos de un escritor que se pasa el día hablando de los demás para destacar y ganar notoriedad.

Mejor que hablen los libros. Me parece surrealista toda la campaña creada para identificar a un grupo de escritores a partir de la trilogía Nocilla, sobre todo porque, pese a evidentes vínculos generacionales, al fin y al cabo tienes un camino muy propio y no te veo metido en políticas grupales.

Para nada. Tengo amigos como todo el mundo. Tengo un blog bastante leído y nunca he hablado mal de nadie ni de ningún libro. Ya lo dijiste. Sigo mi camino y es lo que he hecho aquí.



¿Consideras que El hacedor es una evolución en relación a obras anteriores?

Sí, no hay ningún tipo de ruptura con mi estilo y pensamiento. Están mis obsesiones de siempre. Por ejemplo, las ciencias. Cómo las ciencias pueden ser sublimadas y llegar a un elemento poético, sacando de quicio teorías científicas. Está el asunto del doble, del clon. Hay un cuento, Mutaciones, donde rehago la caminata de Robert Smithson y de este modo abordo también el arte conceptual y el Land Art.


Tus obsesiones resaltan más que en las Nocillas.


Mucho más. En parte El hacedor es un destilado de muchas cosas que hice antes.

Expones la física de manera lúdica.

Evidentemente. Date cuenta que en Mutaciones rehago la caminata de Smithson a través de Google Earth. La hice y era fascinante.

¿Sólo en Google Earth?

Sólo con Google Earth. Se me ponía la piel de gallina viendo esa calle, pensando que por ese punto pasó el tío, y aquí había… Fue una especie de búsqueda de la isla del tesoro. ¿ Qué es Google Earth sino un clon del mapa?


Además insistes mucho en la idea de cartografía antes de Google Earth.


Sí, y también, viéndolo desde otro punto de vista, es importante el laberinto. Veo Mutaciones como una redefinición del laberinto a través de una deriva en varios escenarios.


Y eso enlaza con Borges y su idea de la permanencia. Tú revisitas espacios buscando entender sus transformaciones.


Y en ése intento de entender surgen elementos poéticos.

La idea de captar la totalidad mediante objetos pequeños.

La epifanía o la microepifanía. Para mí es fundamental. Ver cómo un objeto común se revela como algo único. Eso es el acto poético en sí. De repente cogemos esta copa (ndlr: la que estaba en nuestra mesa) y alguien la mueve y la ve como nadie la ha visto hasta ahora. Como si un marciano bajase al Planeta Tierra y le preguntaran qué es esto. Seguramente diría un disparate. Ver la realidad como un extraterrestre recién aterrizado.




Tienes que ser ingenuo con la realidad.

Sí. Este libro lo he escrito con mucha ingenuidad, sin ninguna picardía.

Y eso da libertad porque no te ciñes a ninguna premisa que te limite.

Sí, y también hay otra cosa muy importante: el corazón, el amor, entendido en un sentido amplio. Cuando narras de cualquier cosa, como este azucarillo, tienes que estar en ese instante profundamente enamorado del azucarillo para penetrar en él, verlo, aprehenderlo.

Tratando estas epifanías no haces realismo puro, pero sí una forma de realismo.

Es sorprenderse.

Un realismo poético.

Sí, porque para la poesía ése giro que le das es real.

Pero en prosa no se estila en absoluto.

En prosa prima la acción, y francamente sólo me interesa la acción como complemento a algo, como un vehículo de narración, pero no me interesa en si misma.


Y en El hacedor la acción son los enlaces entre textos.


Eso es, pero ya es una acción que no depende tanto del tiempo, porque normalmente la acción presupone un verbo, alguien que hace algo. En la unión entre objetos el tiempo no interviene, es un tiempo topológico, no cronológico.

¿Me lo puedes concretar un poco más?

El tiempo del reloj no anima tanto mis historias y mi poética, lo hacen enlaces abstractos que puede haber entre diferentes objetos. Y esos enlaces se desarrollan en superficies reales o abstractas, a la manera matemática. Ahora mismo estoy trabajando mucho en la idea que en Internet prima mucho más el tiempo topológico, con los enlaces, que el cronológico.



En este sentido me sorprendió la dos versiones que haces de Blind Pew mediante su casi infinita traducción progresiva en Google Translator. Internet nos da la posibilidad de transformar el lenguaje de manera brutal.


Coges una herramienta que en principio es para apretar tornillos y con eso haces un objeto poético.

La primera versión es comprensible, la segunda es surrealista.

Sí, algo pasó por el camino (risas).

Es una pieza símbolo, quizá el colofón de la parte lírica del libro.


Para mí la pieza más redonda, es El arrepentimiento de Heráclito, no le sobra ni le falta nada. SMS y e-mails que la gente enviaba en las Torres Gemelas antes del atentado. Se compone de tres elementos: un título, un bloque y al final los mensajes. Con esa trilogía redefines el pensamiento occidental. ¿De qué se arrepiente Heráclito?


Y la parte lírica cierra el volumen, pero el libro tiene una continuidad en la red y en sus contenidos electrónicos, materiales que facilitan la comprensión de toda la idea.


Y están los vídeos que hice este verano en Buenos Aires, Montevideo y Nueva York, una experiencia fascinante.

El libro trasciende el propio libro, no abarca todo lo que una persona puede decir. No creo que desaparezca el libro tradicional, pero sí es necesario que exista la posibilidad de extenderlo fuera de la página.

Incluso te puedo decir que mientras hacía los vídeos y la música sentía como si trabajara con barro, con algo muy primitivo que está empezando. Podía haber encargado el material audiovisual, pero quería hacerlo con una cámara que me cupiera en el bolsillo, tocar las imágenes con mis manos, montarlas, soltarlas y ver como mi poética se iba creando a través de imágenes, aunque fueran de mala calidad. ¿Qué más me da trabajar con barro que con mármol?

Es básico expresar lo que deseas, sin trabas.


Y me permitía no salir del rectángulo de mi mesa de trabajo, la independencia del escritor haciendo cine y música.

Quizá, por la inclusión de nuevos materiales El hacedor tarde más en ser entendido plenamente. Hay mucha gente que aún no tiene, por ejemplo, tabletas electrónicas.

Pero no tengo culpa, ya he planteado mi proyecto literario. No sé si es el primero que se plantea con experimentos sonoros, vídeos y links a la red. Lo hice por inquietud.



Y ya lo hiciste antes.

Sí, hice el documental de sesenta minutos sobre el proyecto Nocilla, no hay intención alguna de épater le bourgeois.

Tardaste seis años en escribir El hacedor. ¿Qué proyectos barajas actualmente? Vas poco a poco pero juntas muchas cosas.

Tengo muchas cosas en marcha, pero, y siempre me pasa, no sé muy bien qué son. Estoy con un ensayo fuerte, duro, donde investigo las conexiones entre matemática y poesía. También tengo tres textos que aún no sé si serán novelas, cortas o muy largas. Finalmente estoy trabajando en un poemario que me tiene muy ilusionado, quiero editarlo el próximo año.

Siempre me hablas con más cariño de la poesía.

Claro, pero porque para mi en todo lo que hago ha de haber algo poético, porque de otro modo no tiene ningún valor.

domingo, 6 de marzo de 2011

Crónica del segundo aniversario loopoético, viernes 4 de marzo, Inusual Project






Crónica del segundo cumpleaños loopoético en Inusual Project, viernes cuatro de marzo de 2011


Sí, parece increíble, pero Loopoesia ya cumplió dos años. Ha sido todo tan intenso que parece que haya transcurrido mucho más tiempo. Más de cuarenta shows contemplan a Lola Farigola y Jean Martin du Bruit, bailarina y alocado performer que se mueven en el escenario al son de la música, poemas y proyecciones engendradas por el caballero invisible, Jordi Corominas i Julián. Aprovechando que es puente decidimos entrevistar a Inusual Project para que nos contara un poco cómo fue la mítica noche del pasado viernes.


¿Pensabas que el Looproject de cumpleaños tendría tanto éxito y calidad?


Me gusta esa pregunta. La verdad es que como local ya he acogido muchas veces a Loopoesia, y claro, ya sabes, los shows anteriores eran buenos, pero el de este año es sensacional, hace que pienses más allá de la actuación. Eso está genial, aunque lo más importante fue la calidad previa, aunar en una misma noche tanto bueno es realmente muy complicado.

¿Por dónde quieres empezar?

Por los poetas. La velada pudo empezar con puntualidad porque el público no se colgó como en otras ocasiones, eso también es de agradecer. Respetable bueno, entregado, participativo, lo que sin duda ayudó a que los tres chicos ganaran confianza en su recitación. Alex Reig es muy bueno, lo sabíamos desde su debut entre nuestras cuatro paredes el pasado diciembre. Tenía la voz quebrada. ¿Y qué? Recitó con aplomo, tiene voz y sus versos calidad. ¿Qué más quieres?

Dímelo tú.


A J y Sergi Siendones. Ambos espectaculares. Inauguran su trayectoria poética, tienen menos de veinticinco años y un desparpajo que ocultó perfectamente su timidez, que haberla haila. Lo mejor de todo fue notar que desarrollaron su talento con pasmosa naturalidad.



Oiga Inusual, esto parece un anuncio de compresas, todo perfecto, hasta da la sensación de ser una promoción publicitaria.

A veces los astros se alinean y conceden a los mortales un poco de su gracia. El único que la cagó durante el recital fue Corominas.

¿Pero no dicen que es un buen poeta?

Luego lo demostró. Estaba de los nervios, como si fuera su cumpleaños.

Lo era

Del proyecto que integra junto a Lola Farigola, perdón, Laura Fillola. Cuando terminó el recital quiso recitar del tirón la canción del travesti y se lió, aunque luego la dijo bien en privado junto a varios espectadores que se fueron con él de parranda. La transcribimos porque merece la pena.

Cien travestis por barra
Pecho en popa a toda juerga
No corta bar sino fela
Ese travesti arlequín
Mabel travesti la llaman
Por sus hormonas temido
En todo bar conocido
De uno a otro confín.

Sí, así es, es de Las nocheviejas del Patriarca. ¿Qué pasó después de los poetas?


Laura no está, Laura se fue. No la bailarina. Hablamos de la teclista y co-cantante de Weissmax, grupo que también debutaba. J, el mismo que antes leía con garbo sus poemas en el móvil, con su carisma y potencia en el escenario a través de una guitarra, Max apabullando con su temple, voz y presencia escénica. Laura espléndida con su arrojo vocal y virtuosismo en el piano. ¿Se puede pedir más? Sí, verlos en directo y que repitan las veces que quieran. Son un grupazo, de lo mejor que he visto en años, y no exagero.






¿Y puedes argumentar algún motivo para que nos creamos similar afirmación?

Mira, soy un garito pequeño, había unas sesenta personas que iban y venían. La clave está en la energía que transmitieron todos en sus actuaciones, se respiraba en el aire, la atmósfera estaba viciada positivamente.

¿Y ocurrió lo mismo con The non catholic belgian practitioners?

A ver, claro que sí. Sarah y Nathan son bestias vocales, su combinación es letal porque se complementan uno al otro. Cantan covers y las hacen suyas sin problemas, sólo con sus guitarras y sus cuerdas vocales. Fueron el preludio perfecto para lo que se avecinaba.

¿Loopoesia?

Un ciclón.

Farigola y Jean Martin du Bruit comentaban que el ambiente era el de las grandes noches.

Pues no, sólo puedo decirte que Du Bruit estaba de los nervios. Se cambió cuarenta minutos antes, fumaba como un carretero y maldecía en Arameo pese a repetir hasta la extenuación que todo estaba saliendo como en sueños, como de 4:35 a 7:47 de I want you.

¿Y Farigola?

Más tranquila, pero coja, lo que preocupaba por no poder darlo todo de manera instantánea. Se tomó una cerveza y un calmante. El problema se solucionó parcialmente.

¿Y entonces?

Pidieron luz tétrica, enchufaron las proyecciones, soltaron un discurso de intro y Jean Martin fue hacia el ordenador para destapar una caja de truenos de consecuencias imprevisibles.




¿Qué destacas de la primera parte del show?

Dirás del primer movimiento. Ya se veía que estaban como nunca. Farigola daba los más variopintos objetos al enmascarado, que se movía en plan huracanado depositando los cachivaches en el minúsculo escenario que dispusieron. Las proyecciones le ayudaban a moverse, se notaba seguridad en ambos loopoetas. El cola-cao dio el pistoletazo hacia el verdadero show.

¿Dónde habla él y baila ella?


Sí, pero esta vez leyeron la trama espacial mejor que nunca. Cuando uno irrumpía el otro se iba y aparecía puntualmente, como si la música necesitara en ese instante un pequeño riff de guitarra.

¿Y cual fue el primero?


Jean Martin se quitó la máscara y procedió a contar la historia del Negro de Banyoles. Lo hizo metamorfoseando su voz, con mucha contundencia con el micro, creando onomatopeyas con la voz, inventándose acentos ( épico su galleguismo), siendo versátil con sus posturas en el escenario y derrochando energía a lo bestia. Eso no lo sabe nadie, pero mientras Lola bailaba no paraba de ejercitarse entre bambalinas para no perder la tensión que quería transmitir al público.

¿En serio?


Sí, hacia flexiones, doblaba sus rodillas, gritaba en silencio mientras Farigola aprovechaba su gran capacidad para improvisar seleccionando movimientos acorde a su estado físico. Nadie lo notó, y esa es la indiscutible señal de su éxito.

¿Algún momento que quieras destacar?


Bueno,ya he mencionado el galleguismo cuando tocaba explicar la llegada del negro a Banyoles. Antes recuerdo una caracola de mar cuando el negro tomó rumbo naval a París, los confetis en la expo de 1888 y luego esos dos minutos con Jean Martin totalmente tumbado narrando las peripecias del pobre bosquimano. Otra cosa muy importante es que Farigola tiene la virtud de mejorar a los demás. Aceptémoslo. Jean Martin du Bruit solo en el escenario seria torpe. Con Lola se anima a arriesgar y la fusión de ambos cada vez tiene más consistencia.

Ya es el tercer show del año…

Y mejoran a lo bruto por lo que dice el respetable. Después de Banyoles llega el momento de Barcelona 92. La gente escucha, se parte con Mairena y no sabe que empezará otro delirio, la parte final, la madre de todas las batallas. Farigola baila plasmando la hipocresía olímpica, llega Come Together y los dos esqueletos del escenario tocan el piano, todos lo tocan a su manera. De Barcelona se llega al viaje, Farigola baila con el monopatín y todos atienden lo imprevisible.

¿Qué es?

No seré yo quién fastidie a los chicos contando los pormenores del espectáculo, pero mira, hay un viaje por el metro con el negro, una especie de expiación y perpetuación de pecados occidentales, un desfile religioso, imprecaciones identitarias al público y antes del colofón un manicomio racional con Jean dando vueltas sobre si mismo, Farigola desatada y la advertencia del próximo cierre.

¿Últimos minutos?

Botiquines con restos del bosquimano, una jota entre marchas militares, el negro enterrado y cuerpos congelados antes de la apoteosis.

¿En que consiste?

Recuerdo una americana cayendo al suelo justo cuando la música lo exigía. Más no puedo decir.

¿Satisfecho?


A lo bestia. Loopoesia es amor.