martes, 30 de octubre de 2012

Miércoles 31, Palabras del festival Weart




Este miércoles el Weart Festival celebra su día dedicado a las palabras, sección de la que soy comisario junto a Cristina Fallarás.


El Freedonia será el lugar para dar rienda suelta a una acción simultánea que reunirá en dos escenarios a varios escritores y artistas dedicados a versar el erotismo a través del verbo.

En mi caso concreto actuaré, además de haber creado una proyección y las mezclas musicales, en el escenario principal junto a Cristina Fallarás, Ainhoa Rebolledo, Txus García, Roser Amills y el músico Josele Sanguesa. Todos juntos os ofreceremos una sacra ceremonia votiva.


La cita es en


Freedonia

C/ Lleialtat 6

Miércoles 31

19h 30

Entrada gratuita

Miércoles 31, Lo macabro en el Laberint de Wonderland





Esta semana interrumpimos temporalmente nuestra apuesta por la serie mujeres, que retomaremos el miércoles que viene y nos adentraremos en episodios macabros muy literarios, desde lugares hasta novelas.


1.- Empezaremos en la Via Veneto de Roma para hablar de su cripta de los capuchinos, compuesta a base de huesos y con impactantes frases que parecen salir del más allá.

2.- Continuaremos con historias de los esqueletos de la Semana Trágica en 1909.


3.- Los cuatro jinetes del apocalipsis de Blasco Ibáñez

4.- El asesinato de Pier Paolo Pasolini la noche del 1 al 2 de noviembre de 1975







Cada miércoles a partir de las 15h

Radio Nacional- Rne4

100.8 fm Barcelona

En directo:Rne4

Podcast de tapas entre Madrid y Barcelona en "Todos somos sospechosos" de Radio 3



Esta madrugada he pasado por el Todos somos sospechosos de Laura González para hablar de bares entre Madrid y Babilonia, bares buenos, bonitos y baratos con tapas que merezca la pena conocer. Como es normal la charla ha derivado en otros temas. Para escucharla puedes clickar aquí

miércoles, 24 de octubre de 2012

Podcast del Laberint sobre personajes femeninos del siglo XX


Hoy en el Laberint de Wonderland hemos continuado con nuestra serie sobre mujeres y literatura, hablando en esta ocasión de personajes femeninos del siglo XX, moviéndonos en unos parámetros muy barceloneses. Cuatro han sido nuestras elegidas:


1.- Mila de Solitud, de Víctor Català

2.- Las mujeres austrohúngaras de Schnitzler y Zweig en la Señorita Else y 24 horas en la vida de una mujer.

3.- Andrea de Nada, de Carmen Laforet

4.- Carmen Broto, que inspira parcialmente Si te dicen que caí de Juan Mrsé



Puedes escuchar la sección a partir del minuto 38 del Podcast clickando aquí

Miércoles 24, Personajes femeninos del siglo XX en el Laberint de Wonderland




Hoy en el Laberint proseguimos con la senda femenina, y si la semana pasada enfocábamos la evolución del eterno femenino en la Historia de la literatura, en esta ocasión hablaremos de los personajes femeninos en el siglo XX centrando nuestra atención en los siguientes:


1.- Mila de Solitud, de Victor Català

2.- Las mujeres austrohúngaras de Zweig y Schnitzler

3.- Andrea de Nada, de Carmen Laforet

4.- El mito de Carmen Broto y Si te dicen que caí de Juan Marsé


















Cada miércoles a partir de las 15h

Radio Nacional- Rne4

100.8 fm Barcelona

En directo:Rne4

martes, 23 de octubre de 2012

La cursa catalana en "Peligro de extinción" de Bcn Mes







La cursa catalana, by Jordi Corominas i Julián


Hace pocas semanas la Vuelta ciclista a España visitó nuestra ciudad. El espectáculo fue increíble, con emoción y un recorrido que recordaba en su tramo final al de la desaparecida Escalada de Montjuic, prueba que durante sus cuatro decenios de existencia, desapareció en 2007, solía cerrar el calendario profesional del deporte de las dos ruedas en las rampas del castillo, terribles y perfectas para congregar a la multitud ansiosa por aplaudir a sus ídolos.

El retorno del ciclismo a Barcelona debería analizarse desde una perspectiva de continuidad que recuperara su pasado esplendor, perdido pese a la continuidad de la Volta a Catalunya. En 2010 el Tour aterrizó y la lluvia fue el único obstáculo para su éxito entre monumentos y verano. Ahora, en plena crisis más que económica, cualquier acontecimiento debe ser medido a partir de su beneficio monetario, y creo que la presencia de una carrera anual supondría un interesante negocio para las arcas de muchos negocios, desde la hostelería hasta el propio ayuntamiento, que así recibiría otro espaldarazo en su obsesión por tener proyección internacional. Y lo haría sin la necesidad de montar unas Olimpiadas de invierno en una urbe donde casi nunca cae un copo.


La propuesta de dar a la Ciudad Condal una prueba ciclista se hermanaría con el impulso que la ciudad ha dado a las bicis entre carriles y su vocación de transporte público individual. El defecto que algunos pondrían sobre la mesa, algo muy catalán por el cariz del asunto, sería el desprestigio al que se ven sometidos los maillots por culpa del dopaje sistemático de los esforzados de la ruta. En ese aspecto podría correrse un tupido velo y valorar virtudes que aconsejan llevar a término la idea.
En estos últimos años varios han sido los corredores españoles que han roto el paradigma que los identificaba con las grandes vueltas por etapas. Nombres como Alejandro Valverde, Óscar Freire o el catalán Joaquim Rodríguez han destacado en clásicas de gran calibre. Una de ellas, La Flecha Valona, termina en el muro de Huy, un muro de asfalto similar en sus características y porcentajes con el tramo que Montjuic ofrece antes del infausto castillo. La competición belga atesora casi un siglo de tradición, y sí, los detractores podrían alegar que Barcelona no puede permitirse un día con el tráfico cortado por los inconvenientes que conlleva.



¿Seguro?



Imaginemos que las autoridades que nos gobiernan deciden tirar adelante el proyecto. Si fuera ellos propondría un día de primavera o uno de agosto, porque así la carrera no se solaparía con otras más longevas y apetecibles para el grueso de la serpiente multicolor. El Gran Premio de Barcelona se disputaría en un circuito que partiendo de la periferia se aliaría con la televisión para exhibir, una vez más, las maravillas arquitectónicas que tantos visitantes atraen. Ya se sabe, uno enciende la caja tonta, vislumbra durante pocos segundos alguna imagen bonita y todo es caer en la tentación de la aventura e ir de viaje. El pelotón haría de vehículo publicitario sin recurrir a lemas que ya cansan y anuncios que sólo gustan a los guiris que pueblan nuestras playas y viven en el engaño perpetuo del sol y la falsa sensación de ser especiales por caminar por la Rambla en medio de la artificialidad de lo cool.

El evento, palabra que los más viejos del lugar dicen desconocer, tendría gran repercusión mediática, llenaría los hoteles de cinco estrellas y daría a la hostelería, entre espectadores y la logística que implica la caravana ciclista, pingües beneficios con toda probabilidad a los obtenidos en una jornada de ferias y congresos.




Por otra parte, la celebración del Gran Premio ayudaría a diversificar el abanico de actividades y haría de la calle un espacio más interesante y menos provinciano. Si nos fijamos con atención sólo la Fórmula 1 y el motociclismo pueden considerarse acontecimientos deportivos de magnitud mundial, aunque se disputan en Montmeló, lo que beneficia a quienes apuestan por alejar el barullo del centro desde la conciencia de ingresar euros a pesar de la distancia. El ciclismo no es, a priori, tan potente como los motores. Sin embargo, contiene en su esencia un punto legendario que propicia su supervivencia a pesar del descrédito del dopaje. Con su presencia permanente en la capital catalana conseguiríamos una actividad muy del gusto de Convergència i Unió, partidaria de coyunturas que junten a la familia, que si antes permanecía unida si rezaba, ahora lo hace a través del ocio, sea este una manifestación o una calçotada.

TV3 retransmitiría la carrera, con lo que su importancia crecería por el autobombo que suele dar a sus productos. Lo más curioso es que el terruño tira demasiado y la magnitud transnacional de lo que sugerimos podría ser un impedimento, pues bien es sabido que a los gerifaltes catalanes les gusta más una Maratón solidaria para perpetuar la fachada que una kermesse con mil cámaras promocionándonos entre diablos locos, frikis con camisetas estridentes y ganadores que casi nunca serán compatriotas. A veces pienso que el Barça hace un bien enorme que muta en dañina confusión, como si fuera una isla capaz de devorar continentes. Su himno es más famoso que Els Segadors y su equipo de fútbol todo lo eclipsa. La identificación nacional con la blaugrana machaca el resto de alternativas, y es más que probable reflexionar sobre la cuestión y percatarse que la ausencia de pluralidad en un parámetro tan banal como el que plantea el artículo indica petrificaciones sociales muy perniciosas para la sociedad en la que desarrollamos nuestras actividades.

sábado, 20 de octubre de 2012

La retirada, de Michael Jones, en Revista de Letras







Lo imposible y la obsesión: “La retirada”, de Michael Jones,por Jordi Corominas i Julián | Destacados | 16.10.12



La retirada: la primera derrota de Hitler.
Michael Jones
Traducción de David León Gómez
Crítica (Barcelona, 2012)


Los hechos que Michael Jones narra en La retirada son fundamentales para entender el devenir del siglo XX y pueden compararse por su trascendencia de encrucijada con Las Guerras Médicas u otras efemérides militares que cortaron el aliento del Universo.

En 1941 Hitler era amo y señor de la Europa continental. Su pacto de agosto de 1939 con Stalin le permitía tener tranquilidad en el flanco oriental y centrar todos sus esfuerzos en derribar la resistencia de Gran Bretaña, que pese al empeño nazi no cedió durante la batalla aérea de Inglaterra. El duelo en el aire pospuso para siempre la invasión y dio alas al Führer para propulsar su megalomanía hasta extremos napoleónicos, un error que marcaría el devenir de la Segunda Guerra Mundial.

El siguiente objetivo implicaba abrir un segundo frente e invadir al gran enemigo ideológico: La Unión Soviética. El reto dependía de muchos factores que desde el principio negaron la idoneidad de la operación. Mussolini y su torpeza militar retrasaron un mes el inicio del infierno conocido como Barbarroja, en honor al gran comandante, mito del nacionalismo teutón del Ochocientos, del Sacro Imperio Romano Germánico.

Michael Jones podría haber completado una investigación tradicional basada en datos de batallas, posiciones en el frente y otros detalles típicos del conflicto. Es de agradecer que los haya plasmado desde una perspectiva humana que se hilvana con la Historia y genera un relato asequible al tiempo que científico, algo en lo que sigue la estela de, entre otros, Antony Beevor, pionero en abrir el camino de privilegiar lo humano para entender la magnitud de la tragedia a través de testimonios directos e informaciones que sumadas desde su cotidianeidad dan como resultado un magma espeluznante.

Los mapas y la ambición indicaban tres metas que debían completarse con la mayor celeridad posible. La obstinada creencia en la efectividad de la Blitzkrieg olvidaba factores determinantes. Rusia no es Francia, y la vastedad de su territorio hacia surgir un sinfín de opciones que no se barajaron con suficiente eficacia.

Moscú era un anhelo, punto y final de una senda que empezó con buen pie al pillar desprevenido al gigante soviético. El primer día de hostilidades, 22 de junio de 1941, la aviación rival sucumbió a las bombas del cielo. Lo inesperado del pistoletazo de salida sirvió para ganar una gran ventaja, y las semanas siguientes confirmaron una tendencia favorable a la Wehrmacht, fuerza que desde la victoria empezaba a cimentar las raíces de la derrota con su trato infame a la población civil y su desidia voluntaria para con los millones de presos rusos que fueron tratados como bestias destinadas a morir sin siquiera llevarse un mendrugo de pan a la boca. En este sentido la crónica de Jones no sorprende, pues quien haya leído Tierras de sangre de Tim Snyder sabe que la intención hitleriana era vaciar el otrora país de los zares para confirmar el espacio vital en el Este y eliminar, como quien no quiere la cosa, a más de treinta millones de individuos que el régimen nazi consideraba seres inferiores.

Las dudas nacieron con el paso de los meses. Las tácticas de 1940 ya no servían en Rusia y la conquista se alargaba hasta límites insospechados. En noviembre, con la capital relativamente cerca de las posiciones alemanas, se lanzó un órdago que era un todo o nada. Las tropas divisaron en algunos momentos las torres del Kremlin, y hasta una compañía se situó a quince kilómetros de la ciudad, justo donde los autobuses finalizaban su recorrido, cruda metáfora que significó el adiós a la esperanza de tomar la pieza más preciada, que por aquel entonces había resucitado de sus cenizas por dos evidencias que cualquier otro estratega hubiese considerado antes de emprender tamaña aventura: la infinita reserva humana soviética y el general invierno, contra el que en ningún momento se prepararon para su llegada porque esperaban concluir su misión antes de la nieve, el frío y el ocaso.




De este modo, el cinco de diciembre las tornas cambiaron radicalmente. El ejército rojo iba equipado para la estación invernal, y sus tropas provenientes de Siberia desbarataron las anárquicas posiciones nazis, siempre más dispersas y desorientadas ante las tormentas de todo tipo que asolaban su singladura. La retirada fue un desbarajuste táctico que creció hasta los topes cuando Hitler destituyó al general Guderian y ordenó no dar ni un solo paso atrás. Su delirio perjudicó la esencia de la razón, pues para aspirar a no perder comba era mucho mejor organizar una retirada hacia una zona estable, y en el caótico frente a treinta o más grados bajo cero su torpeza fue fatal.

Los hombres vieron vacilar su fe en la providencia mesiánica del Führer. Quemaban pueblos, huían, disparaban con la tecnología que sobrevivía a la debacle, cantaban canciones navideñas para reconciliarse consigo mismos y deliraban ocasionalmente al recibir ataques, riéndose entre las balas como si la vida ya no importara y su presencia entre compañeros congelados y miembros sueltos fuera una macabra anécdota de la casualidad. Y no, no lo era. Los peones de Clío entendieron el absurdo de toda conflagración, demasiado tarde. Las páginas que versan sobre las penurias de la temporada de la ruina son escalofriantes en su minucia del desamparo, cancelado parcialmente con el retorno a la cordura que supuso la llegada del general Model, quien dio nuevos bríos a la Wehrmacht y deparó que la primavera abriera una luz de incertidumbre en el desenlace de las contienda.

jueves, 18 de octubre de 2012

Sábado 20, 21 horas: Loopoesía en la Piscifactoria de Madrid


Loopoesía encara la recta final del año con un octubre movido. Este sábado actuaremos en Madrid en la Piscifactoria, a las nueve de la noche.


¡Os esperamos!

miércoles, 17 de octubre de 2012

Podcast de la evolución del eterno femenino en literatura


Hoy en el Laberint de Wonderland hemos hablado sobre la evolución del eterno femenino en literatura, y por el estudio han circulado Penélope, Laura y Beatrice, Madame Bovary y Lolita. Puedes escuchar la sección a partir del minuto 32 del Podcast clickando aquí

Podcast de Bares y noche en Todos somos sospechosos




Hoy he pasado por el programa Todos somos sospechosos para hablar de Bares con Historia, la polémica campaña de los lateros de Barcelona y varias cosas más con Laura González. Puedes escuchar el programa clickando aquí

martes, 16 de octubre de 2012

Miércoles 17, La evolución del femenino en la literatura en el Laberint de Wonderland








Esta semana en el Laberint de Wonderland trataremos en cuatro pinceladas un tema que daría para mil cursos: La evolución del eterno femenino en la literatura universal. A modo de introducción presentaremos cuatro roles arquetípicos que mediante su cronología ayudan a entender muchas cosas.


1.- Penélope

2.- Beatrice y Laura

3.- Madame Bovary

4.- Lolita

















Cada miércoles a partir de las 15h

Radio Nacional- Rne4

100.8 fm Barcelona

En directo:Rne4

sábado, 13 de octubre de 2012

Vídeo entrevista sobre José García en Canal-L




El pasado mes de septiembre quedé con Ernesto Escobar Ulloa para hablar sobre José García y filmar la charla para el Canal-L. Si quieres ver el resultado de la vídeo entrevista puedes clickar aquí

viernes, 12 de octubre de 2012

jueves, 11 de octubre de 2012

Diálogo con Donna Leon en Sigueleyendo




Es martes y sí, ha llegado el otoño. Dirán que nada tiene que ver con el diálogo que seguirá a estas líneas: se equivocan de pe a pa. La caída de las hojas y la brisa barcelonesa ejercen en mi cuerpo una especie de zozobra que sólo podía remediar una novela de alto voltaje con determinados ingredientes. La suerte quiso que la mezzosoprano Cecilia Bartoli y la escritora Donna Leon, norteamericana afincada desde hace años en Venecia, decidieran juntar sus fuerzas para recuperar la figura de un misterioso personaje del barroco. ¿Agostino Steffani? Hago mis pesquisas y descubro que es tan desconocido que hasta en YouTube escriben mal su nombre. Este compositor y cantante transalpino tuvo una vida azarosa en la que sacrificó la inmortalidad en pos de de cargos y preseas eclesiásticas en Alemania, donde fue uno de los principales baluartes católicos en tiempos donde las ideas de Lutero avanzaban sin freno.

Bartoli recogió las mejores arias de tan peculiar personaje y el resultado fue su disco Mission. Donna Leon optó por una de sus clásicas novelas negras con un toque anómalo en su trayectoria. Prescindió del mítico Guido Brunetti y dio la batuta de las operaciones a una musicóloga en apuros. Cecilia Pelegrini es la protagonista de Las Joyas del paraíso, editada en castellano por Seix Barral y en catalán por Edicions 62, un libro que engancha y mantiene el suspense hasta la última página.

Me apetecía encontrarme con Donna Leon, quien casi sin quererlo ha forjado una leyenda de su persona. Es una mujer sencilla que odia los teléfonos móviles, bestias de control, y considera que el correo es mágico. Al darnos la mano, en la mejor tradición de su país de adopción, ya intuyo que pasaré un muy buen momento. Ríe con mis problemas y despistes con la grabadora, olvidada en un pueblo y reemplazada por la del teléfono, lo que me crea apuro e inseguridad. Donna, parla forte, altrimenti questo sarà disastroso. Enciendo la grabadora. Cruzo los dedos.




Jordi Corominas i Julián: ¿Cómo nació el interés por Agostino Steffani?


Donna León: Conozco a Cecilia Bartoli desde hace más de una década. Somos amigas, y un buen día me comentó algo sobre su nuevo proyecto. Me comentó su interés por Steffani que ha dado sus frutos con el disco Mission, pero lo mejor fue cuando me anunció que quería implicarme en el proyecto. Le pregunté qué quería y me sugirió la idea de un libro que tratara de la vida de Steffani. Le dije que sí y al cabo de poco tiempo me dio una biografía en inglés y sus cartas traducidas del francés, además de otros documentos.

J.C.: ¿Suficiente material para iniciar una investigación?

D.L.: Descubrí que la vida de Steffani era muy interesante, con muchos matices porque trascendía la música y se adentraba en otros campos.

J.C.: ¿Conocías a Steffani en su faceta de compositor?

D.L.: Muy vagamente, no como a Telemann, quizá como a Antonio Cesti, que es conocido, pero no mucho.

J.C.: Lo que me cuentas de las investigaciones y sugerencias de Cecilia Bartoli me hace pensar en ella como una inspiración para Cecilia Pelegrini, el personaje central de Las joyas del paraíso.

D.L.: ¡Sí! Cecilia no es sólo una cantante con un talento fantástico. Es una musicóloga excepcional y tiene la capacidad, propia de los grandes directores de orquesta, de saber si una partitura vale la pena, en su caso si merece atención para su voz. Recuerdo una ocasión en la biblioteca de Munich. Presentó la partitura de Níobe, una ópera de Steffani, y desde el principio comprendí que ella ya sabía que esa música era ideal para sus cuerdas vocales. Luego leyó otras partituras y de ahí salió el disco.

J.C.: Volviendo a la vertiente literaria creo que en tu caso el riesgo consiste en aparcar a Brunetti, porque Caterina Pelegrini no se le parece, es otro tipo de detective.

D.L.: No, no se le parece. ¡Lo espero! No programé mucho el personaje, pensé en usar una musicóloga porque debía mostrar un contraste muy fuerte entre el centro de la investigación, la época barroca, y el tiempo donde sucede, el nuevo milenio. Me parecía complicado tomar el pulso al lector y transportarlo a la atmósfera del tiempo de Steffani, implicarlo hasta engancharlo en la trama.

J.C.: Pero en ese sentido me gusta mucho el uso que los personajes dan a las nuevas tecnologías, aceptadas con absoluta normalidad, sin darles una condición mágica ni nada por el estilo, sin pensar en absurdas metafísicas de la red.



D.L.: Es que ahora mismo Internet y todo lo demás son cosas normales, que están integradas en nuestra vida. Tienen magia, claro. Es un milagro poder comunicarme con amigos australianos en tres segundos, y no esperar tres meses como antes.

J.C.: Pero en la fundación que encarga la investigación que vertebra la novela no tienen siquiera Internet, como si su ausencia fuera una metáfora del distanciamiento de la música barroca con la contemporaneidad.

D.L.: Y es porque no tienen dinero, lo que en realidad es una metáfora de la actual situación italiana, donde los políticos roban y no queda nada para la cultura.

J.C.: Algo que en España ocurrirá muy pronto, si es que no está ocurriendo ya mismo.

D.L.: Lo imagino y lo temo. ¿También han robado el dinero o lo han gastado mal?

J.C.: Por ambas cosas, pero en Italia aún es más grave y la novela lo refleja. En Venecia la música debería ser sagrada, y ves este olvido voluntario de la cultura y a cualquiera se le cae el alma a los pies.

D.L.: Los políticos en Italia son verdaderos cretinos. Los ves en los talk shows y se comportan como bárbaros, parecen jóvenes ridículos.



J.C.: Ayer pasaron en televisión Somewhere de Sofía Coppola. Un actor de éxito llegaba a Milán y le organizaban un show con “veline”, que ahora mismo parecen el punto cardinal de la cultura italiana contemporánea, el reflejo de una sociedad decadente, y en cambio miras atrás, compruebas todo lo que ha dado Italia al mundo y…


D.L.: Parece que la cultura haya desaparecido. La misma Cecilia regresa al hogar y pese a la felicidad del retorno su alma ostenta una tristeza por cómo han cambiado las cosas. ¿Cómo no tenerla? No se puede vivir en Venecia sin recordar cómo era la ciudad antes del turismo de masas. Hace treinta años era un lugar maravilloso y ahora todos esos millones de turistas la están destruyendo en muchos sentidos.

J.C.: En un fragmento de la novela se menciona que ahora en Venecia sólo viven cincuenta y nueve mil personas, siempre menos…

D.L.: Somos cincuenta y nueve mil personas, y es tristísimo, la ciudad pierde gente año tras año, es alucinante, una tragedia.

J.C.: ¿Y cómo crees que terminará todo esto? ¿Ves futuro en Venecia?

D.L.: Soy ecologista, pero mi pesimismo es negrísimo. Está el proyecto Mosé, pero si lo que los científicos dicen, y hablo sin ser experta pese a mis lecturas, sobre el hielo de los polos es muy posible que Venecia, Bangladesh, Nueva York, Miami, Londres y otras ciudades desaparezcan bajo las aguas.

J.C.: Y antes Steffani también estaba bajo las aguas, hasta que lo recuperasteis…


D.L.: Sí, totalmente. Muy bien visto, nos has pescado. (Risas)



J.C.: ¿Cómo proseguiste la investigación a partir de los primeros datos que te proporcionó Cecilia Bartoli?

D.L.: Leí la biografía, busqué en Google y di con documentos en el British Museum y en otros archivos. Encontré en Steffani un hombre de una sensibilidad muy delicada, no un hombre tímido, pero si es verdad que él era un castrado, lo que indicaría la palabra músico que entonces se usaba para definir a las personas con esa condición, creo que eso explica mucho de su vida. Necesitaba hallar un método para tener un poco de poder para protegerse de las ofensas. Si entraba en la órbita religiosa -siendo, por ejemplo, obispo- podía volverse intocable aún siendo un castrati.

J.C.: Y conocía muy bien los juegos de poder cortesanos, tan típicos de su época.

D.L.: Conocía a todo el mundo y se escribía con un sinfín de personas, entre las que se contaba la reina de Prusia. Era una persona que había alcanzado un estatus, tenía fama y la aprovechó.

J.C.: Sí, pero he leído que sacrificó el arte por su voluntad de poder, y quizá este es el mayor misterio de su existencia.

D.L.: Sí, pero es un misterio que existe desde hace milenios. ¿Quién recuerda el nombre del rey de Inglaterra cuando Keats escribía sus poesías? Nadie. Los artistas son los únicos que permanecen, pero aquellos que buscan el poder sin un mínimo talento quieren pavonearse de su porción de la tarta, mientras los artistas son invisibles.

J.C.: Es como si Steffani privilegiara el presente sin pensar en la inmortalidad. El presente es interesante, pero el arte es bello porque lo trasciende, borra la importancia del poder.


D.L.: Era un hombre bueno. No tenía enemigos, y tampoco albergaba rencor hacia nadie. Su disposición hacia el mundo era idónea.

J.C.: En la novela una clave importante son los baúles que guardan los papeles de Steffani. ¿Son verdaderos o una invención narrativa?

D.L.: Todo es verdad. Murió pobre, y metieron todo lo que tenía en dos baúles. Los transportaron al Vaticano y desaparecieron hasta 1995, cuando los descubrió un musicólogo alemán. Los baúles me sirvieron como trampolín para transportar la figura de Steffani al presente e interesar al lector.





J.C.: Y el interés crece más y más porque se menciona que los baúles ocultan un tesoro.

D.L.: De este modo el lector se formula preguntas, y creo que funciona.

J.C.: Y quienes desean abrir los baúles son los dos primos venecianos, negativos y avaros, personajes prototípicos de nuestra época.

D.L.: Sí, son un cliché, lo único auténtico en ellos es que tienen el apellido de los verdaderos primos de Steffani, Stievani y Scapinelli.

J.C.: Entre los primos, los baúles, Cecilia, el personal de la fundación y el Doctor Moretti, completamos el elenco, y por lo tanto un rompecabezas que nos da una novela negra más que consistente.

D.L.: Y sin violencia, sutil.

J.C.: Sutil como Steffani, del que por otra parte sabemos muchas cosas sin que ello perjudique sus luces y sus sombras. La novela deja abierta su figura.

D.L.: Para mí es mucho mejor así. No me gustan ni los finales felices ni los infelices, prefiero dejar abierto el misterio.

J.C.: Por otra parte Venecia para una trama así es perfecta, porque tiene una estructura laberíntica. Además en un momento de Las joyas del paraíso el trazado urbano permite mezclar varios géneros de la novela negra.

D.L.: En un momento concreto la persiguen y se siente amenazada. Entra el juego de la persecución. ¿Quién es el tipo que la persigue? ¿Por qué lo hace?

J.C.: Se juega con la angustia de Cecilia Pelegrini desde varios planos, no sólo desde la investigación y su padecer mental: los elementos del contexto determinan su comportamiento, quizá por ser veneciana…

D.L.: Sí, su angustia va más allá de Venecia porque también se preocupa muchísimo por su hermana, quien está a un paso de arruinar su carrera profesional.

J.C.: La hermana enlaza la época de Steffani con nuestro siglo.

D.L.: Sí, es una monja que se dedica en Alemania a la investigación, y su labor en la novela es fundamental porque abre la puerta para descubrir muchos documentos que ayudan a Cecilia.

J.C.: Y el barroco al fin y al cabo debería ser comprensible para nosotros, porque sus intrigas políticas bajo otros trajes son como las nuestras, algo gatopardesco.

D.L.: Sí, nada ha cambiado. Cambiar todo para que todo siga igual. Progreso humano, que maravilla.

J.C.: ¿Es verdad que en Italia no se publican tus novelas de Brunetti? ¿Cuál es el motivo?

D.L.: Antes de llegar a Barcelona pasé por Viena, epicentro del culto a Brunetti. Estaba en un café y un hombre me preguntó si podía dejarme un disco de su mujer, instrumentista de la viola da gamba. El señor sabía que estoy implicada en el management de una orquesta y buscaba una oportunidad para su esposa. La moraleja es que en Viena soy una persona pública, me reconocen por la calle muchas veces. La mayoría se alegra de verme y me respetan, pero cuando no conozca a las personas eso me provoca un ligero embarazo, sobre todo si al reconocerme dicen que es un honor. No, como mucho es un placer, lo otro sólo se puede aplicar a dos o tres personas en el mundo, y desde luego yo no soy una de ellas.





J.C.: Tu respuesta entronca con algo que dijiste sobre Cecilia Bartoli. Comparándola con Lady Gaga decías que la cantante americana tiene fama, pero la Bartoli tiene prestigio, algo que se confunde demasiado en nuestro tiempo.

D.L.: Sí, por desgracia. Y es importante diferenciarlo. Cecilia Bartoli tiene un lugar importante en la historia cultural de nuestro tiempo, quizá Lady Gaga también, pero aún no lo sabemos. Lady Gaga es un fenómeno y tiene más fama. Cecilia es una cantante y tiene prestigio.

J.C.: Volvamos a mi anterior pregunta. ¿Cree que si Brunetti fuera publicado en Italia su presencia pública pondría en riesgo su tranquilidad y convertiría su vida en un show?

D.L.: Hay un motivo básico: mis libros tienen pasajes donde critico mucho determinados aspectos de Italia. No soy italiana, ni veneciana, es más, soy extracomunitaria. Ya me ha ocurrido en dos ocasiones que algunos italianos han escrito artículos criticando lo que digo en mis novelas. Son personas que no las han leído y critican por criticar. Si los publicara y alguien se sintiera ofendido pediría perdón al instante por ofender el sentimiento patriótico de los italianos. Un artículo puede decir que soy caníbal, pederasta, traficante de droga… mejor evitar los artículos.

J.C.: Pero al mismo tiempo es necesaria la presencia de voces críticas. Tanto en Italia como en España no es que abunden.

D.L.: Sí, y es tristísimo. Mis libros están llenos de amor por Italia y Venecia, y eso no aparece en los artículos. ¿Por qué no leen a los italianos que critican a su país sin razón, con barbaridades?

J.C.: Ahora mismo en Barcelona estamos en un momento extraño. El presidente está fabricando una cortina de humo nacionalista que demuestra la absurdidad de las banderas, el amor por la nación debería demostrarse con otras cosas como la cultura.

D.L.: Sí, o con la poesía o la lengua. Yo vivo en Venecia porque es un privilegio y amo de verdad esta ciudad.


J.C.: Tiempos raros los nuestros



D.L.: Los americanos si ven que alguien critica su país se vuelven locos. A mí en ocasiones también me ocurre, y reconozco que es algo más bien irracional, y absurdo.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Podcast de setas en el Laberint de Wonderland



Hoy en el Laberint de Wonderland hemos hablado de setas y artes, un tema que ha servido para que pasaran por la sección Alicia en el país de las maravillas, Antoní Gaudí, John Cage y The Beatles. Puedes escuchar la charla a partir del minuto 37 clickando aquí

martes, 9 de octubre de 2012

Miércoles 10, Setas en el Laberint de Wonderland





Este miércoles en el Laberint hablaremos de setas, sí,y lo haremos con un menú de excepción compuesto por tres grandes platos y un postre delicioso.


1.- Alicia y la seta: Lewis Carroll

2.- Antoni Gaudí y unas supuestas alucinaciones

3.- John Cage, del silencio a ser una enciclopedia viva de setas

4.- The Beatles y una visita al dentista.













Cada miércoles a partir de las 15h

Radio Nacional- Rne4

100.8 fm Barcelona

En directo:Rne4

domingo, 7 de octubre de 2012

Diálogo con Rodrigo Rey Rosa en Revista de Letras







Rodrigo Rey Rosa: “La escritura no puede falsear la realidad”, por Jordi Corominas i Julián | Entrevistas | 23.09.12

Volver tras las vacaciones a la gran ciudad es un infierno donde la rutina se traiciona a sí misma para darnos ritmo e integrarnos, otra vez, en la más absoluta normalidad. Recibí Los sordos de Rodrigo Rey Rosa (Alfaguara), lo leí y mientras avanzaba su trama no paraba de preguntarme si las similitudes que notaba con ciertos elementos españoles eran fruto de mi imaginación o más bien de certezas destinadas a cumplir la máxima italiana Tutto il mondo è paese. Caciques, mafiosos, guardaespaldas y secuestros no son el pan nuestro de cada día, pero algo me dice que quizá sobrevuelan la superficie sin que nos enteremos de sus acciones, lo que encajaría con algunas piezas de esta crisis en la que malvivimos como buenamente podemos.

Dejemos las pesquisas. Es jueves, estoy en Barcelona y me muevo por Paseo de Gracia a la espera de mi rentrée con las entrevistas tras la pausa veraniega. Accedo al hotel de turno, busco con la mirada en los sofás y doy con el escritor guatemalteco con el que compartiré una divertida media hora entre mi velocidad preguntona y su calma en la respuesta. Enciendo la grabadora.

Has comentado en algún sitio que para ti vivir en Ciudad de Guatemala es algo que cuesta mucho, y eso me ha hecho pensar en Cayetano, quien tras llegar a la capital desde la provincia parece ser un mero peón en el entramado urbano sin ninguna apetencia por instalarse en él, como si fuera un mensajero que analizara las cosas y una vez cumplida su función desapareciera del mapa.

Yo siento que él no pertenece al paisaje urbano. Es un guardaespaldas que acude a la ciudad por necesidad y luego vuelve a sus orígenes, pero es un periplo bastante común, ir a la capital para trabajar, ganar dinero y regresar al pueblo.

¿Pero comparte tu visión de Ciudad de Guatemala como pesadilla?

Sí, sin duda, no sólo yo, es un pensamiento compartido por mucha gente. Es una percepción normal. La gente del campo ve lo urbano como un espejismo monstruoso.

La misma estructura de la novela divide los espacios de una manera muy nítida que diluye esta sensación de íncubo urbano e idilio rural.

Sí, desde luego, también dicen pueblo pequeño, infierno grande. Los espacios están marcados, pero no debemos olvidar que en Guatemala hay dos tipos de campo, que asimismo forman parte de un territorio con muchos realidades. Cayetano es originario de Oriente, con campesinado blanco y una tradición mixta entre lo español y lo indígena. Occidente es casi cien por cien indígena, y en medio está la ciudad.

¿Cuál fue la idea que propició Los sordos?

Tratar de ponerme en el lugar de un guardaespaldas que llega a la ciudad por trabajo, esa es la línea argumental principal. Soñar que soy un campesino de Oriente, mi tío me llama y decido emprender la aventura.

¿Y desde ese punto estructuraste el resto del puzle?

No, suelo dejarme llevar por la prosa, no estructuro el contenido de las novelas, dejo que evolucionen.

Una vez terminas de leer el libro se tiene la sensación que los personajes, que no son tantos, resumen la sociedad guatemalteca.

Hay tres líneas que activan los personajes. Cayetano, Don Claudio el banquero y Javier. Los demás son marginales.

Marginales o no está claro que esa amalgama sirve para que personas de otras latitudes puedan hacerse una idea de los entresijos del contexto actual de tu país, y si te planteo esta cuestión es por desconocer casi todo de Guatemala.

Uno lee un cuento de Chéjov y se imagina lo que era Rusia por aquel entonces. Es parte de la fuerza del poder de la ficción, que te hace comprender a tu manera algo que es ajeno a ti.

Recientemente, bien sea por la crisis o por otros motivos, parece que Guatemala pese a nuestra hermandad lingüística y cultural sea una gran desconocida, por lo que la historia de Los sordos provoca un impacto mayor en el lector, como una bomba.

Perviven otros tiempos y otros mundos que están muy arraigados en la sociedad guatemalteca. España corre a otra velocidad, y naturalmente lo que ocurre en Latinoamérica es diametralmente distinto. Cada lugar se manifiesta con una particularidad irrepetible que no puede trasladarse a otros países. Lo genérico funciona a grandes rasgos, pero eso hace olvidar lo único.





Y en Los sordos esa unicidad parece corresponder en parte a la figura del guardaespaldas. ¿Es común una figura como la de Cayetano en la sociedad guatemalteca?

Tenemos un estereotipo de guardaespaldas, pero todos son distintos, que es lo que incrementó mi atractivo para con el personaje. Solemos identificar esta figura como la de un tipo duro y desalmado, pero tiene mil variantes. Camino mucho por la calle y me los encuentro en el supermercado y otros lugares. Y si charlas con ellos te das cuenta que son roles que surgen de manera espontánea, improvisada porque no hay una escuela de su profesión. El estereotipo es un prejuicio. Lo único en que coinciden casi todos es que provienen del campesinado.

Cayetano tiene unas inquietudes y un perfil rural muy definido. La otra cara de la moneda es Camilo, que quiere parecerse a Javier, su jefe.

Camilo está más maleado y muestra lo que decía, la diferencia entre los gorilas, que no responden a unas características precisas.

Y estos personajes no podrían existir sin otros personajes más poderosos como son Don Claudio el banquero y su familia, caciques omnímodos que mueven los hilos de los demás con total impunidad.

Sí, es un gran padrino en el vértice de la pirámide que supedita hasta a sus hijos a su poder, por eso tanto Claudia como Ignacio intentan encontrar formas para independizarse del patrón, alejarse. El drama de Don Claudio es que sus hijos no son como él, sobre todo Ignacio. Clara, que es la heredera designada, también termina hartándose.

Claudia parece vivir en una especie de cámara acorazada, su realidad está completamente alejada de la calle.

Ella logra escaparse de una manera muy extraña que tampoco es que sea la más normal, pero las drogas y no hacer nada sí se dan como vía de escape de estas hippies ricas. El poder familiar opresivo crea un rechazo y genera formas de evasión.

Ella sabe que dispondrá de los bienes de su padre, pero vive en una burbuja irreal.

Y al mismo tiempo es explotada, pero también tiene deseos de cambiar y hacer algo útil, ayudar a la comunidad indígena y paliar su culpa de clase.

La burbuja es tan grande que necesita tener al guardaespaldas en su propia casa.

El guardaespaldas, Cayetano, se lo impone un padre, y más que un tipo de vigilancia interna es un control que responde a un modelo que mucha gente considera necesario, como si el guardaespaldas fuera imprescindible.

Modelo que a la postre se revela inútil.

Así es. En los secuestros de los últimos años más de la mitad de los casos el guardaespaldas es el informante o el cómplice, porque conocen muy bien el contexto. Son peligrosos, gente de armas con la capacidad y la logística para dar un golpe dentro de tu casa.

Y aquí los guardaespaldas tienen también una especie de estructura paralela, pienso en Chepe, el tío de Cayetano.

Comunican dos mundos contradictorios y juegan de agentes dobles. En muchas ocasiones son el enemigo que está dentro, y eso es muy difícil de parar.

Llama la atención que los implicados en Los sordos en este tipo de acciones, los que las motivan, son gente de la misma clase que Clara, hombres ricos que hablan de construir hospitales. ¿Es una idea tuya o es normal entre las clases pudientes?

Es ficción, pero sí existen lugares que sirven para ocultar negocios turbios. Hace poco, mientras escribía la novela, salió a la luz el caso de unos médicos norteamericanos de los años cincuenta que estuvieron experimentando con guatemaltecos para comprobar el resultado de determinadas medicinas, todo ello ocultado bajo una máscara altruista. Hay más casos de complicidad entre guatemaltecos y norteamericanos, como el del centro de recuperación de drogadictos, donde cobraban a los clientes miles de dólares al mes para recuperarlos y luego les amarraban a un árbol. En verdad la posibilidad de una clínica financiada por ricos no es irreal en absoluto, en parte por lo geográfico, estar en un sitio alejado donde nadie sabe lo que estás haciendo y sólo existe una fachada.

Y hay muchos lugares que no pueden localizarse por satélite en esa zona. El otro punto importante de lo que comentas es la idea de fachada. La novela exhibe la solidez de la misma en muchos puntos de la sociedad, desde la desfachatez de los ricos hasta la máxima del no todo es lo que parece.

Efectivamente en Guatemala y otros territorios latinoamericanos hay muchos puntos ciegos. Si hablamos de la otra cuestión mencionamos uno de los grandes temas de la literatura, la fachada.

Y en Los sordos la fachada irrumpe desde el principio, con el mismo título y el niño sordo que inaugura el relato y los demás personajes. Parece como si les fuera bien perpetuar la fachada.

Esa es la metáfora del título, les va bien que así sea, es una sordera voluntaria. Están cómodos con el orden establecido y no les interesa tocarlo.

Un orden nefasto.

Desde luego. Hay un aire envenenado en la atmósfera a pesar del confort material.

Con la novela ejerces el papel de crítico de tu sociedad, un rol necesario que cada vez se da menos entre los escritores y debería ser natural.

Es un papel que no hace falta que uno se arrogue, pero que lo tiene. La realidad es la única universidad a la que debemos atenernos. No es una misión, simplemente hay que hablar de lo que vemos, de otro modo algo no funciona. La escritura no puede falsear la realidad.

Esa sería la actitud correcta, la de ser honesto, pero parece que exista cierto miedo para reflejar las problemáticas de nuestro tiempo.

En muchos casos hay una facilidad de representar una realidad que es la que se espera, y en ocasiones no se ve donde se debería.

Y en Los sordos se refleja la realidad de hoy en día en Guatemala.

Realidad es una palabra demasiado fuerte, quizá deberíamos hablar de peculiaridad, un tipo de realidad, y mi trabajo es reflejarla con fidelidad. Enfocar un aspecto de lo que es Guatemala, ponerle un marco y sacarlo, sin mucho más, y creo que es lo que hace cualquier novelista en cualquier lugar y lo que refleja al final es tu propia manera de pensar, y en mi caso el objeto de reflexión es Guatemala.

sábado, 6 de octubre de 2012

Adelanto de la Entrevista en Canal-L






El Canal-L de Ernesto Escobar lleva varios años ofreciendo un sensacional servicio crítico con sus vídeos. Ernesto me entrevistó hace poco para hablar de José García y otras cosas. Aquí os ofrezco un pequeño adelanto.



viernes, 5 de octubre de 2012

Podcast de Loopoesía en todos somos sospechosos






Esta noche hemos pasdo por los micrófonos de Radio 3 para hablar en Todos somos sospechosos de Loopoesía. Ha sido una charla donde hemos tocado muchas teclas del proyecto. Para escucharla puedes clickar aquí

jueves, 4 de octubre de 2012

Viernes 5, 20h: Loopoesía en el Festival Ulls







Este año está siendo buenísimo para Loopoesía. Octubre se presenta con un tute considerable entre Barcelona, Madrid y Sevilla. Este viernes 5 participaremos en el Festival Ulls, y el emplazamiento del show es maravilloso: La Plaça de la Mercè, al aire libre y en pleno centro de la ciudad. La cita será a las ocho de la tarde, cuando caiga la noche.



miércoles, 3 de octubre de 2012

Podcast de Libros forjados entre rejas en el Laberint de Wonderland


Hoy en el Laberint de Wonderland hablamos de libros forjados entre rejas, obras que nacieron en la inspiración de sus autores en cárceles de medio mundo. Hemos visitado las celdas de Cervantes, Wilde, Hitler y Miguel Hernández. Puedes escuchar la sección a partir del minuto 37 del enlace clickando aquí

Miércoles 3, Libros forjados entre rejas en el Laberint de Wonderland





Este miércoles hablaremos de libros forjados entre rejas, obras que surgieron en la cárcel o vinieron motivadas por la prisión.


1.- Don Quijote de la Mancha

2.- De Profundis de Oscar Wilde

3.- Mein Kampf

4.- El último Miguel Hernández





Cada miércoles a partir de las 15h

Radio Nacional- Rne4

100.8 fm Barcelona

En directo:Rne4

martes, 2 de octubre de 2012

La verdad sobre Marie de Philippe Toussaint en Revista de Letras







Ejercicios de estilo, prosas cinematográficas: “La verdad sobre Marie”, de Jean-Philippe Toussaint, por Jordi Corominas i Julián




La verdad sobre Marie. Jean-Philippe Toussaint
Traducción de Javier Albiñana
Anagrama (Barcelona, 2012)




Los siglos moldean estilos que devienen rocas características de un lugar y una cultura. Hay un determinado tipo de literatura francesa muy identificable que desde sus orígenes ha cultivado una prosa minimalista, partidaria de mimar el detalle en su afán de mostrar una desnudez casi absoluta de objetos y personas. Las cosas suceden, se describen y con eso basta. La simplicidad del mundo oculta el secreto de su complejidad. Las acciones pueden narrarse en pocas líneas u ocupar el espacio entero de una novela, y todo ello depende de la voluntad del dios supremo que es el escritor.

Las Editions du Minuit son el emblema de este tipo de ficción que desde el nouveau roman ha dado muchos nombres a las letras del Hexágono. Entre los más recientes mi mente recuerda a Christian Gailly, Tanguy Viel y Jean Echenoz. Ahora Anagrama recupera, tras más de un decenio sin publicar una obra suya, al belga Jean-Philippe Toussaint, autor de La verdad sobre Marie, novela en la que muestra, entre sus páginas, una vocación fílmica que hace del libro un guión de imágenes que el lector imagina con suma facilidad.

La simultaneidad del inicio del relato es brillante. La lluviosa noche parisina es una amalgama de ventanas y situaciones íntimas que el ruido de la calle disimula. Dos parejas ocasionales hacen el amor. Su relación es evidente. Quien nos explica los hechos ha mantenido con anterioridad una historia de amor con Marie, punto cardinal sobre el que giran una serie de acontecimientos que en gran parte dependen de su curiosa personalidad. No cierra nada, y ello hace que más que un libro abierto sea una caja de sorpresas rodeada de misterio hasta para su amante Jean Christope de G., víctima mortal entre sábanas blancas y coitos que activa el mecanismo que Toussaint quiere aplicar a su criatura.

El otro amante en la nocturnidad recibe una llamada de Marie, de quien se ha separado tras años de convivencia. Las camisas y sus enseres siguen en casa de su musa, taciturna e impactada por la luctuosa efeméride, captada por su ex en pequeños retales desde la invisibilidad del cadáver, cubierto por una manta, y la atmósfera de una habitación ensordecida por la tragedia, diseccionada hasta el extremo con precisión quirúrgica. Sin embargo, el detective no escarba en el presente. Prefiere remontarse al punto de partida y volar hasta el país del sol naciente, donde el principio del fin se materializó en una partida donde el tacto y la visión tienen importancia superlativa.




Cualquier anécdota de una existencia puede ser relevante y adquirir carácter simbólico. En La verdad sobre Marie es necesario leer muchísimo entre líneas y asumir que nada es lo que parece. La escena del caballo en el aeropuerto de Narita es antológica o insufrible en función del gusto de cada uno, pero de manera indudable exhibe lo mejor de su creador, obcecado con exprimir al máximo cualquier posibilidad del escenario como si en vez de un ordenador llevara a cuestas una enorme cámara cinematográfica con un sinfín de lentes capacitadas para marcar un tono y dibujar significados que quieren instalarse en una dimensión metafísica dentro de una apabullante normalidad que reafirma la anomalía de lo cotidiano.

Hay en el comportamiento de Marie una gota de Anita Ekberg en la Fontana di Trevi. Es una diva anhelada a la que es muy complicado poseer. Uno puede vislumbrarla sin consumar el roce. Su historia, una de tantas porque estamos ante un fragmento de vida, se divide en tres secciones enlazadas entre sí por el envite del sexo fallido y el obcecado amor del narrador, que aún deparará otra traca de suspense en la Isla de Elba, como si los personajes tuvieran que padecer un exilio impuesto alejados de lo urbano antes de, suponemos, un retorno donde otra vez la música se centrará en lo que nos rodea, desde una cama hasta el perfume de la aurora y el sonido del viento.

No hay duda alguna sobre los méritos literarios de Jean-Philippe Toussaint, virtudes que se asemejan en demasía, ya lo avisábamos en el debut del texto, a una serie de figuras que no pertenecen a una generación definida según mandan los cánones pese a coincidir en muchos aspectos. Más bien son alumnos que han continuado la senda abierta a finales de los cincuenta por Robbe-Grillet y otros hombres de cultura, y lo decimos sin dobles intenciones. Es evidente que el movimiento surgido por aquel entonces bebía de diversos campos entre los que figura con galones el séptimo arte. El nouveau roman y la nouvelle vague son siameses que con el transcurso de los decenios se funden, y La verdad sobre Marie huele a epígono de minimalismo grandilocuente: elegante en su estilo, sutil en su argamasa de estructura y contenido, valiente en su apuesta por lo ordinario y sólo fallido por recordar demasiado a mil volúmenes galos. La escuela es imprescindible siempre que los alumnos asimilen los preceptos del maestro para dar a luz cuerpos personales e intransferibles.

lunes, 1 de octubre de 2012