martes, 30 de septiembre de 2014

Domingo 5, perseguidores en el Laberint de Wonderland






En la historia de la literatura nadie ha prestado mucha atención a los perseguidores, personas empecinadas en reflejar los dimes y diretes de grandes nombres. En el Laberint intentaremos subsanar ese error con una cata muy especial.


1.- James Boswell y Samuel Johnson, o la persecución hacia la cumbre de la biografia.

2.- Les Cases y Napoleón, El memorial de Santa Elena o el monumento al ídolo

3. Eckermann y Goethe, captar una vida en el otoño de la misma mediante la conversación.

4.- Marie Van Rysselberghe y André Gide, La voluntad de elaborar en secreto la biografia auténtica del escritor.












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lunes, 29 de septiembre de 2014

Puig Antich: la Transición inacabada, de Gutmaro Gómez Bravo


Puig Antich: la Transición inacabada, de Gutmaro Gómez Bravo, por Jordi Corominas i Julián
Gutmaro Gómez Bravo, Puig Antich: La Transición inacabada, Taurus, Madrid, 2014
Es evidente que en España, pese a la polémica levantada por la Ley de la Memoria Histórica durante el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero, olvidamos con demasiada frecuencia el pasado, mal explicado en las aulas y pésimamente proyectado en la opinión pública, cargada de corifeos que tienden a tergiversar lo pretérito en función de unos intereses sociales y partidistas que sólo conducen a la confusión a partir de un revisionismo nefasto que poco o nada ayuda a la formación de una comunidad cívica y con conciencia, pues sin conocer lo anterior poco haremos por construir un presente que contenga mínimos atisbos de decencia colectiva.

Uno de los casos que mejor expone este problema es el proceso a Salvador Puig Antich, ejecutado el 2 de marzo de 1974 en la prisión Modelo de Barcelona. Para muchos el caso queda en el recuerdo a través de testimonios familiares, aunque quien más hizo para ofrecer una idea del mismo fue la película de Manuel Huerga. Desde aquí somos los primeros en aplaudir la labor de un cine pedagógico porque en un mundo audiovisual consigue un efecto instantáneo de asimilación del contenido, algo que no debe oscurecer la importancia de investigaciones bien realizadas como es la de Gutmaro Gómez Bravo.

El profesor de la Complutense ha conseguido un ensayo riguroso donde su estructura es un acierto que permite consolidar las partes planteadas. No puede entenderse la cuestión sin atenerse a la concepción que la Dictadura tenía de sí misma. Durante sus cuatro decenios de existencia mantener el orden público fue una premisa fundamental. El cambio de 1957 hacia un leve bienestar y el ingreso de España en las dinámicas occidentales provocaron una mayor apertura que la juventud y la iglesia aprovecharon para exponer una serie de argumentos que desestabilizaron el edificio. Surgió el terrorismo vasco, los clérigos lucharon por un progresismo propio del Concilio Vaticano Segundo y los estudiantes reclamaron desde las aulas y mediante manifestaciones una mayor libertad que era una antesala de la futura democracia.



Por eso mismo el Régimen percibió que estaba en sus estertores y recuperó toda su crudeza para contentar al ala dura. Lo militar, tanto en lo público como en lo jurídico, recuperó posiciones. El atentado del veinte de diciembre de 1973 que terminó con el asesinato del Almirante Carrero Blanco, por aquel entonces presidente del gobierno, no hizo sino constatar una deriva que la opinión internacional consideró un grave error que hacía caer en el más profundo descrédito la imagen de España en el exterior, tiñéndola de un anacronismo insólito en cualquier país de Europa Occidental.
Es en esta tesitura cuando estalla en pedazos cualquier esperanza de salvación para Salvador Puig Antich. EL joven de 25 años pertenecía al MIL, Movimiento Ibérico de Liberación, y fue detenido el veinticinco de septiembre de 1973 tras una trifulca terminada con un tiroteo en el número 70 de la calle Girona de Barcelona, donde aun pueden contemplarse restos de balas del suceso. Durante el altercado falleció el subinspector Anguas, cuyo cuerpo recibió cinco impactos, aunque los informes de la época sólo mencionaban tres. Algunos de ellos provenían del arma que disparó Puig Antich.

El clima tenso del momento, tendiente como ya hemos visto a endurecer penas para exhibir el pulmón del Régimen en su apuesta por aparentar fortaleza, quiso que el suceso pasara de la justicia ordinaria a la militar por una sucesión de detalles que Gómez Bravo explica a la perfección. La negligencia habitual brilló con luz propia. Se omitieron pruebas, se descartó la pericia balística y se ignoraron muchos análisis necesarios. Era rutina en un cuerpo habituado a largos interrogatorios con el fin de sonsacar falsas confesiones que terminaban firmando los detenidos a base de amenazas y torturas.

El tiroteo se hermanó con un atraco del MIL para dar al acusado y a los otros dos juzgados la categoría de elementos pertenecientes a un grupo terrorista que atentaba contra el Estado y sus instituciones. Ello conllevó una cerrazón absoluta, la imposibilidad de convocar a determinados testigos y terminó con la sentencia de muerta que terminó por cumplirse en un delirio de sangre donde primaban más intereses públicos que la lógica judicial, ausente en todo el procedimiento mientras el nuevo gobierno encabezado por Carlos Arias-Navarro, antiguo jefe de la Dirección General de Seguridad, pregonaba un nuevo espíritu que de aperturista sólo tenía el nombre.




Estas dos primeras partes recogen con precisión lo acaecido, el silencio de prensa y los tejemanejes oficiales para que la historia terminara con la ejecución sin dar pie a ninguna posibilidad de ser objetivos. Lo más preocupante es el tramo final del volumen, donde se habla de los recursos de revisión interpuestos por las hermanas del finado, denegados pese a las nuevas tecnologías, la presencia de testigos que no pudieron declarar en el primer juicio y el sistema político actual, una Democracia donde muchos de los implicados en el asunto siguieron en la judicatura como si nada adquiriendo más galones, tantos que hasta en ocasiones podían verse obligados a revisar sus pasadas actuaciones con resultados más que previsibles. Es lamentable que en España no hayamos ajustado verdaderas cuentas con ese lúgubre período de nuestra Historia hasta el punto que sólo Argentina ha aceptado revisar el proceso, pero vaya, no debemos extrañarnos si el juez Garzón es inhabilitado y en la escuela no existe ninguna voluntad para alterar unas enseñanzas donde pocas veces se llega al siglo XX, con el cúmulo de despropósito e ignorancia que ello conlleva. Por ello es de aplaudir un libro como el de Gutmaro Gómez Bravo, necesario porque a partir de un tema central sabe trascenderlo y formularnos preguntas que, por desgracia, tienen respuestas que seguirán siendo desoídas durante mucho tiempo porque no hay la mínima disposición para que afloren y hagan de nuestra sociedad un lugar mejor dotado de espíritu crítico y capacidad para generar un relato coherente sin lagunas que son puro oprobio.  

domingo, 28 de septiembre de 2014

Podcast de escritores hipocondríacos en el Laberint de Wonderland



Hoy en el Laberint de Wonderland hemos hablado de escritores hipocondríacos. Han pasado por la sección Dostoievski, Juan Ramón Jiménez, Quim Monzó y El asesino hipocondríaco de J.J. Muñoz Rengel. Puedes escucharlo a partir del minuto 39 del enlace clickando aquí

sábado, 27 de septiembre de 2014

Un año, de Jean Echenoz



Un año, de Jean Echenoz, por Jordi Corominas i Julián

Jean Echenoz, Un año, Mardulce, Buenos Aires, 2014

Este otoño es pródigo por lo que concierne al retorno de un Jean Echenoz que muchos desconocen. Su estela biográfica ha eclipsado en cierto punto al autor que desde hace más de tres decenios ofrece al lector una literatura personalísima y de gran calidad. Si hará cosa de dos semanas ya informábamos de la reedición de sus dos primeras novelas, en esta ocasión celebramos de la llegada a España de la bonaerense Mardulce, que debuta en nuestras tierras con Un año, nouvelle de 1997 situada en el camino que el francés proseguirá durante toda su trayectoria hacia esa desnudez formal que tanto y tan bien le caracteriza.

Sorprende encuadrar esta obra en su singladura, justo después de Rubias peligrosas y antes de Me voy, dúo significativo que podría resumir muy bien varias facetas del galo, capaz de ser exuberante y experimental casi sin solución de continuidad. En Un año ambas características se funden un una trama donde lo casual irrumpe con contundencia a partir de un inicio sorprendente que determina todo el recorrido, donde la lógica desaparece y Victoire parece un títere en manos de su narrador, caprichoso en obsequiarla con movimientos que conformarán un todo dramático y delirante.

Todo empieza una noche, quizá deberíamos decir una mañana que es consecuencia de la oscuridad. La chica despierta y encuentra que su compañero de cama está muerto. Se asusta, no recuerda nada que haya conducido a este punto y por eso decide escapar por miedo a las pesquisas policiales. Sorprende que en vez del análisis hallemos una precipitación desmedida. Salir de la casa, sacar dinero del banco y correr hacia la estación para coger el primer tren hacia cualquier destino, como si el narrador hubiera dotado a su víctima de una óptica surrealista de un cruento azar donde nada puede hacer para evitar completar un círculo más bien macabro.



El tren la lleva a un punto y de ahí se afinca en otro lugar donde parece hallar una calma. Cada parcela del texto es una invitación a reconstruir un nuevo viraje en la inestabilidad de la ruta. El dinero se esfuma, aparece el cálculo, la despersonalización del presente y los no lugares como colofón inevitable de la pesadilla que también es la circularidad en la carretera dentro de una degradación, pues Echenoz no se olvida de resaltar que Victoire es joven, hermosa y apetitosa para cualquier hombre que tenga un mínimo criterio estético, pero claro, las circunstancias son las que son e impulsan que la progresiva fealdad se acompase a su estatus social en un Tour de Francia nada amable que sin embargo sobresale en el habitual esmero estilístico del autor.

En una época cargada de susceptibilidad a veces escribir reseñas es un ejercicio de riesgo por los spoilers. Creo que a Jean Echenoz eso le daría totalmente igual, pues sus historias tienen introducción, nudo y desenlace, sí, claro, pero son partes de un conjunto donde lo importante no es el final, sino más bien el juego que el texto posibilita desde una perspectiva donde se ha superado lo decimonónico, y ahí se siente una profunda deuda con el Nouveau Roman, y el campo se abre hasta el infinito y más allá porque no existen reglas, sólo las elige quien inventa y escribe. Quizá ello dé para reflexionar con relación al dominio de una cultura audiovisual que en lo alternativo presume de series para entender un cierto retroceso en el gusto de muchos que casi consideran experimentos como Un año desde una posición radical al creer que son la panacea de la novedad, cuando simplemente son los herederos de una larga tradición que busca transgredir un canon estructural demasiado ceñido a unos principios clásicos a traspasar si deseamos un arte nuevo.


¿Lo es el de Jean Echenoz? Sí, a su manera, claro, no es un revolucionario, sólo un ser coherente con su visión de la literatura y ello se percibe con claridad en Un año, donde el clima de ensoñación prevalece para lanzarnos preguntas que abordan desde la identidad de los personajes, sus desdoblamientos en función de las necesidades de la trama, hasta nuestra esquizofrenia en el umbral del siglo XXI. Han pasado diecisiete años y su concepción sigue siendo válida. La única lástima es que no la compartan muchos más creadores. 

jueves, 25 de septiembre de 2014

Sigmaringen, de Pierre Assouline


Sigmaringen, de Pierre Assouline, por Jordi Corominas i Julián

Pierre Assouline, Sigmaringen, Navona, Barcelona, 2014
Traducción de Manuel Serrat Crespo

La incultura tan propia de nuestro país y su arraigado gusto por la anécdota, un pecado que se acentuará más y más a medida que avance el siglo, hacen que conozcamos poco o nada de la Francia de Vichy y el período de la ocupación nazi del Hexágono entre 1940 y 1944. Quedan los tópicos reverdecidos ahora que se cumplen setenta años, pero más allá de los mismos conviene escarbar con afán analítico para comprobar que aquella pesadilla estaba envuelta de códigos más que siniestros que tuvieron un broche final en tierras alemanas.
Pierre Assouline lo logra en Sigmaringen, novela que toma como excusa el último periplo del gobierno del casi nonagenario Mariscal Pétain para hilvanar una trama con muchos estratos interesantes. El título de su libro alude a la localidad alemana donde se alojó, por obra y gracia del Tercer Reich, la flor y nata de esa segunda Francia que no resistió al invasor y prefirió avenirse para pescar ideología y fortuna en un terreno muy espinoso. El desembarco de Normandía y la liberación de París provocaron su partida hacia los dominios del Führer, que no tuvo ningún tipo de problema en ordenar a los legendarios Hohenzollern que abandonaran su mítico castillo para acoger a sus títeres galos. El desalojo de los nobles muestra a las claras las tensas relaciones entre la cúpula de poder nazi y los dueños del pastel durante milenios, reacios casi por completo al arribismo del caporal austríaco y sus secuaces.



Y ahí es donde empieza una historia con una voz narrativa sólida y un espacio muy concreto que parece dotar al todo de un cierto grado tétrico. El castillo es una fortaleza y una prisión donde los únicos que quedan del conjunto previo son los miembros del servicio, entre los que destaca Stein, máximo protagonista y fiel observador de lo ocurrido. Su sapiencia del lugar hace que podamos entender las divisiones de su tarta, donde para evitar choques innecesarios se sitúa al héroe de Verdún en lo más alto y a los demás en pisos inferiores accesibles sólo mediante las escaleras, pues el ascensor está reservado al viejo desconfiado y ya marchito que comandó esa intentona reaccionaria con olor a satélite.

Stein es un mayordomo de primera. Cumple a rajatabla con el protocolo, se preocupa por cualquier minucia y no tolera ningún desorden en las pautas marcadas, como si así prolongara el espíritu de sus amos para mantener una tradición inquebrantable pese a los visitantes, arribistas que se comportan como tales sin aspavientos ni estridencias. La naturalidad de ese grupo mediocre en un ambiente extraño es uno de los logros del volumen, donde en ningún instante se comercia con la espectacularidad, innecesaria en un relato donde los ritmos vitales se ajustan a un encierro surcado por la guerra y una serie de costumbres jerárquicas que no son del gusto de todos. La rigidez germánica de Stein parece ocultar frustraciones internas que compartirá con Jeanne, la intendente del mariscal, dura hasta que rompe su coraza para respirar mejor en unos barrotes donde la humanidad de ambos es la nota que rompe la constante música lúgubre que cubre el tejido.



El castillo es una metáfora real del absurdo tanto de la situación como de esos personajes desalmados por su insignificancia. Se sienten importantes, mantienen su compostura ministerial y olvidan que nada pueden hacer, son despojos de la Historia agarrados a un barco que hace aguas por todos lados. Más abajo, en el pueblo, un nutrido grupo de colaboracionistas ha mutado la ciudad de la luz por unas calles donde son figurantes que han creado una comunidad provisional donde destaca por exigencias del guión el médico Destouches, más conocido por su nom de plume. Céline es el atractivo especial de la trama, pero no engañaremos a nadie. Su presencia es vistosa sin ser esencial, palpable sin ostentar ningún tipo de predominancia. Aparece, deambula por el castillo y se esfuma porque otros aspectos lo eclipsan. Entre ellos cabe mencionar la misma estructura de la obra, compuesta como si fuera un drama de génesis y disgregación limitado en el tiempo con una adenda que nos ubica en el futuro a través de un viaje de Stein una vez han terminado las hostilidades y Europa se sacude el miedo para intentar volver a la normalidad.

Personalmente considero que estos breves  interludios entre raíles, que avivaron en mi recuerdo la lectura de La tregua de Primo Levi, son la justa marcha que confiere a la novela ese tono evocador entre el íncubo y la precisión de la memoria reciente que se condimenta con matices ideológicos trazados con sutileza, desde los libros mencionados hasta meros gestos que indican posturas bien definidas.




Otro autor hubiera armado un artefacto narrativo de denuncia salvaje para lograr un golpe de efecto. Assouline no pertenece a este nutrido elenco. Es sobrio, expone lo acaecido con elegancia y deja que los acontecimientos y las actitudes hablen por sí solas por mucho que Stein sea el ojo que todo lo ve, una pupila muy bien documentada, pues nada de lo contado es fruto del azar, factor honesto y bien trabajado porque en  ningún momento la fluidez de la prosa queda obstaculizada los datos contextuales, bien camuflados entre diálogos, reflexiones y delirios de una troupe que sin ser la del Ángel exterminador buñueliano alcanza cotas surrealistas casi sin proponérselo. Al fin y al cabo la Historia tiene épica por sus cronistas, hombres que suelen olvidar lo grotesco de la cotidianidad. 

Domingo 28, Escritores hipocondríacos en el Laberint de Wonderland




Este domingo hablaremos en el Laberint de Wonderland de escritores hipocondríacos. La lista es larga. Por eso hemos preferido centrarnos en una cata con cuatro nombres totalmente heteróclitos


1.- Dostoievski y la epilepsia

2.- Juan Ramón Jiménez y su bipolaridad

3.- Quim Monzó y sus dimes y diretes

4.- El asesino hipocondríaco de J.J. Rengel












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miércoles, 24 de septiembre de 2014

La Diada o el dia de la marmota en el Diario



La semana pasada escribí en El Diario sobre la Diada, más bien sobre sus ramificaciones. Puedes leer el artículo


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domingo, 21 de septiembre de 2014

Escritores que trabajaban de noche en el Laberint de Wonderland



Hoy ha vuelto el Laberint y lo hemos hecho hablando de escritores que trabajaban por la noche. La cata del día se ha compuesto de Schiller, Flaubert, Kafka y Proust. Puedes escuchar la sección a partir del minuto 39 del enlace clickando aquí

sábado, 20 de septiembre de 2014

Martes 23, 21 horas: Loopoesía en Nollegiu



Este martes 23 Loopoesía cierra sus shows barceloneses de 2014. Lo haremos en Nollegiu, la librería de Xavi Vidal, aunque más correctamente sería decir que lo haremos en su calle, que es la de la Amistad, pues el show será al aire libre casi para rendir homenaje al poemario que lo articula.


Como es comprensible la entrada es gratuita y esperamos que os paséis porque la adrenalina de la calle hace que todo sea muy diferente y con una energía más que especial.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Domingo 21, Nueva temporada del Laberint de Wonderland: Escritores que trabajan de noche





Tras la pausa veraniega vuelve el Laberint de Wonderland. En su quinta temporada cambia de día y se emite los domingos a partir de las tres de la tarde. Empezaremos nuestro periplo de esta temporada con escritores que trabajaban de noche, con sus filias y fobias. La primera cata tendrá como protagonistas cuatro grandes nombres:

1.- Schiller y las manzanas podridas

2.- Flaubert y unos asuntos familiares

3.- Kafka y el trabajo real

4.- Proust y sus mil obsesiones








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martes, 16 de septiembre de 2014

Zara y la pérdida de la identidad barcelonesa en El Diario



Estos últimos días, seguramente porque el proceso soberanista engulle el resto de informaciones, se ha hablado poco del proyecto que amplía el Zara de Paseo de Gracia y se complementa con un nuevo Hotel de Lujo para que el centro sea cada vez más del turista y menos del ciudadano. Escribí sobre ello en El Diario y puedes leerlo

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domingo, 14 de septiembre de 2014

Maletas en Todos somos sospechosos de Radio3

El pasado miércoles volvimos a la carga en Todos somos sospechosos, y claro, con esto de la vuelta de vacaciones tocaba hablar de maletas. ¿Cómo nos comportamos con ellas? ¿Qué trato tenemos con las susodichas? ¿Sólo son una molestia de aeropuerto? ¿Por qué compramos tantas chorradas en nuestros viajes? Para saber más escucha la charla aquí

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Viernes 12, 19h30 minutos: Loopoesía en Fnac Triangle



Tras un breve parón vacacional Loopoesía vuelve a la carga este viernes en Fnac Triangle, donde repite visita por tercer año consecutivo. Ofreceremos el show basado en el poemario Al Aire Libre en una de las últimas actuaciones barcelonesas del año.


Loopoesía 2014 en Fnac Triangle

Viernes 12 de septiembre, 19h30 minutos

Pl Catalunya 4

Entrada gratuita

martes, 9 de septiembre de 2014

El meridiano de Greenwich y Cherokee, de Jean Echenoz





El meridiano de Greenwich y Cherokee, de Jean Echenoz
Jean Echenoz, El meridiano de Greenwich, Anagrama, Barcelona, 2014
Traducción de Josep Escué

Jean Echenoz, Cherokee, Anagrama, Barcelona, 2014
Traducción de Josep Escué

Puede que los últimos lectores que se han acercado al arte de Jean Echenoz juzguen su producción a partir de esa senda biográfica donde lo mínimo se infiltra en el tejido del espacio y sus protagonistas para lograr que a partir de los detalles sobresalga la esencia. Esta fórmula alcanzó su paroxismo en 14, donde su autor prescindió de personajes ilustres y convirtió a la Historia en el gran motor que acciona los acontecimientos de estas atmosferas minúsculas, marionetas de un conjunto al que están encadenadas.

Mediante una serie de ardides narrativos la escritura y la trama se desnudan porque no necesitan nada más. Lograrlo es una proeza que requiere una maestría surgida de otra fase, cuando se llegó a un umbral que era inevitable superar para seguir adelante entre prosas e historias. ¿Cuál era? No corre prisa, ya lo descubriremos.

Las obras de Echenoz empezaron a traducirse al castellano a finales de los ochenta. En 1989 Anagrama publicó El meridiano de Greenwich y Cherokee. Ahora las reedita y por eso quien escribe estas líneas ha pensado que ello da la posibilidad de articular una crítica desde varios niveles cronológicos.

Si fuera un crítico galo del momento en que salieron ambos volúmenes, 1979 y 1983, creo que enfocaría la cuestión a través de diversos puntos que aun hoy en día son de interés. En primer lugar centraría la obra en su contexto. Tanto El meridiano de Greenwich como Cheeroke parecen responder a una urgencia literaria por reinventar el Polar del Hexágono tras su edad dorada que deslumbró a medio mundo, sobre todo con una producción cinematográfica donde se alternó lo popular con obras de culto, y el joven Echenoz usó aspectos de ambas parcelas, como si así mostrara, algo muy propio de la cultura que vendría en el siglo XXI, que lo elevado puede conjugarse con tonos menos elaborados.



En segundo término abordaría la cuestión de influencias ajenas al género negro. En este sentido Echenoz se presentó en sociedad como un autor que conocía la tradición de su país, algo detectable en leves dejes Nouveau Roman y ambiciosos, pero sutiles, planteamientos donde emergía la figura de André Gide, quien desde finales del siglo XIX se interesó por el acto gratuito. Empezó a jugar con este concepto su Le Prométhée mal enchaîné, donde un sobre con dinero y un puñetazo en plena calle se erigían en caprichos con verdadera incidencia en la vida de las personas. El mayor ejemplo en su producción es del asesinato que Lafcadio Wluiki perpetra en ese tren camino de Nápoles en Los sótanos del Vaticano, crimen cometido sin motivo alguno, sólo por la diversión de ver qué pasa.
En este último caso las consecuencias del hecho afectan hasta al brillante malhechor, desencadenándose episodios que parten de pequeñas minucias que devienen significantes porque el destino es una casa donde todas las puertas están conectadas, algo que Echenoz comparte con el “contemporáneo capital” y aplica desde distintos ángulos que nos sirven para comprobar cómo construye sus personajes.

La joya de la corona de El meridiano de Greenwich es Théo Selmer, traductor de las Naciones Unidas que un buen día se cansa de su oficio, abandona Nueva York y comprueba, mientras lee diccionarios para no perder la forma, que es un notable tirador. De viaje por Sudamérica topa con tres viejos conocidos del edificio donde trabajaba y acaba con ellos por mero entretenimiento, y lo mismo perpetra Albin, killer que elige a sus muertos a partir de cuatro características esenciales. Sus macabras ruletas rusas difieren de otra que encontramos en una de las subtramas. Un hombre entra en un bar con un montón de sobres pardos en la mano y los reparte por las mesas. Vera recoge uno y de este modo precipitará su camino hacia las antípodas. ¿Les resulta familiar?



En Cherooke el protagonista es Georges Vache, quien por la tontería de seguir a rubia de aúpa y querer quedar con ella se ve involucrado en mil peripecias a cada cual más surrealista que se introducen en el conjunto para jugar con el lector, desbordado ante la profusión de elementos que configuran la novela, piezas de un rompecabezas que terminan por confluir. 

Estos matices quedarían apuntalados en el tercer ciclo de interpretación que brindan las dos novelas, muy parecidas entre sí desde algunos aspectos que incluyen la polifonía, un ritmo trepidante, la acumulación de enrevesadas tramas que convergen en una sola al final del relato y el sentido del humor como bandera, humor que uno puede detectar al otro lado de los Pirineos en Enrique Vila-Matas, con absurdos que salen potenciados por ser invisibles para la mayoría. Echenoz se revela como un notable narrador de París, de la que elige los espacios desde una valencia cartográfica y simbólica, pues notamos cómo los personajes avanzan con unos pasos que, en realidad, nada tienen de casual, si bien esto daría pie a discutir sobre el azar, otra parcela que tocan ambos libros desde lo cotidiano, donde todo es posible en el baile del tablero, hasta recalar en territorios lejanísimos, típicos y tópicos de una narrativa con unas señas de identidad muy definidas. El contenido de sus novelas es tan libre al erigirse como excusa para hilvanar con rotundidad el continente del estilo y la estructura, claves no sólo estéticas.


Para un lector avezado en la obra del francés, tanto El meridiano de Greenwich como Cherokee insinúan un itinerario que alcanzará un primer punto álgido con Rubias peligrosas, donde todo lo insinuado en sus novelas de debut se consolidará hasta un límite que conducirá a una nueva etapa que quizá ya haga agotado. La próxima entrega nos desvelará el secreto. 

lunes, 8 de septiembre de 2014

Diálogo con Jorge Carrión en Número Cero



La semana pasada conversé con Jorge Carrión sobre "Los huérfanos", segunda novela de la trilogía que inauguró con "Los muertos" y cerrará "Los turistas". Puedes leer la charla en los siguientes enlaces:


Primera parte

Segunda parte

sábado, 6 de septiembre de 2014

La plaza Sanllehy como síntoma en El diario


Se acercan elecciones y el Alcalde Trías intenta arreglar desaguisados que muestran, en el caso que nos concierne, cómo las plazas son un capital urbanístico de primera magnitud. El ejemplo de la plaza Sanllehy sirve para comentarlo extensamente en el artículo que puedes leer


aquí en catalán

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miércoles, 3 de septiembre de 2014

Tres alternativas contra el postureo en Momomag



En Barcelona hay bares de postureo por doquier, y por eso la gente pasa de conocer la esencia de los bares chinos. Para arreglar el desaguisado he escrito un artículo hablando de tres súper locales a los que nadie irá pero que merece la pena conocer. Puedes leerlo aquí

lunes, 1 de septiembre de 2014

Curso de poesía en el Laboratori de Lletres



A partir de este otoño me incorporo al Laboratori de Lletres con un curso de poesía. Si estás interesado puedes ver el programa y otras informaciones clickando aquí